No hay dos sin tres

La Voz

SANTIAGO

27 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

No quedó más remedio que cambiar el chip. Como ya no se puede comprar cada temporada un abrigo nuevo, se rebuscó en el baúl de la abuela y se recuperaron prendas en perfecto estado que no necesitaban más que un lavado de cara y unos arreglos para recobrar vida. Con los edificios pasa lo mismo; agotado el bum inmobiliario, hay que cuidar el patrimonio existente. A ver si va de esta, porque no hay dos sin tres.