Todo exterior y muy soleado

SANTIAGO

29 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El ladrillo empieza a despertar en Santiago del letargo en el que llevaba sumido casi una década, un paréntesis prudencial y que, en todo caso, debiera ser suficiente para haber reflexionado sobre la obscenidad de la burbuja y sus consecuencias, corregir el rumbo y moderar las expectativas. La noticia, de momento, pasa por la puesta en marcha de una decena de promociones inmobiliarias en Cornes, Santa Marta y Tras Paxonal. Más allá de su evidente repercusión en la reanimación de uno de los sectores más zapateados por la crisis, y de esa inapelable máxima económica por la que el dinero siempre acaba estimulando el movimiento de más cuartos, la mera referencia de los enclaves elegidos para desbloquear el mercado anticipa que son buenas nuevas para la ciudad. En los casos de Cornes y Santa Marta, los proyectos tienen el valor añadido de que contribuirán a diluir la barrera de Romero Donallo para consolidar un nuevo Ensanche. Aunque, con ser más modesta, tal vez la promoción de Tras Paxonal resulte más relevante como síntoma del rebrote del urbanismo compostelano. Porque recupera la actividad en solares que parecían condenados a acumular la maleza que nos dejó la crisis y en los que ahora se levantarán viviendas pensadas para un tiempo en el que las estrecheces han dejado de ser excepción porque ya son norma: de protección autonómica y libre de precio tasado en régimen de cooperativa.

Estas promociones, además, permitirán a Santiago reanimar una oferta que durante demasiados años se gestionó con un horizonte más especulativo que expansivo. Ese repliegue urbanístico ha sido clave para sostener unos precios desproporcionados. Santiago es la ciudad gallega de más de 20.000 habitantes en la que menos se ha abaratado el metro cuadrado desde el 2010: tan solo un 14 %, frente al 21 de A Coruña, el 32 de Vigo y el 40 de Ferrol. Por eso las parejas que debían haber llevado a Compostela a cruzar el umbral de los 100.000 habitantes crían hoy a sus hijos en Milladoiro (consolidado a efectos prácticos como un barrio más de la ciudad), Bertamiráns o Cacheiras. Trabajan y consumen en Santiago, sí, pero computan en el censo de los municipios vecinos. Sus viviendas tienen las mismas comodidades y superficie que las de la capital, pero cargan con hipotecas algo más livianas.

Por eso las nuevas promociones en ciernes representan una oportunidad para hacer mejor lo que en otro tiempo no siempre se hizo como debía. Para primar el sentido común sobre cualquier tentación de recuperar una época de efervescencia especulativa que ya no tiene cabida, entre otras cosas, porque la clase media es más media que entonces y está escarmentada de aventuras. La burbuja estalló y no volverá. Puede que Santiago no crezca como entonces, pero seguro que lo hará mejor.