No se enteran

Cristóbal Ramírez

SANTIAGO

28 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El último que apague la luz. Por ahora el último es el alcalde o el municipio o quien corresponda de Negreira, que con la inestimable ayuda de la asociación Solpor se ha sacado de la manga el enésimo desvío del Camino de Santiago. Y así los peregrinos podrán despistarse por un sitio tan grato como el paseo fluvial nicrariense, que total va a dar al mismo lugar que el camino oficial.

El Xacobeo comenzó en 1993 obra de ese genio de la política que es Víctor Vázquez Portomeñe y a quien los hosteleros gallegos le deben un homenaje por todo lo alto. Y casi un cuarto de siglo después todavía hay alcaldes, empresarios, asociaciones y especímenes varios que no han entendido muy bien de qué va la cosa. La cosa va de que ningún peregrino se desvía voluntariamente de los marcos que señalizan el Camino. Y solo si no hay marcos, de las flechas amarillas. Punto final.

Flechas amarillas florecen por todas partes, porque, siguiendo la milenaria tradición de picaresca que salpica el mundo jacobeo, suman multitud los hosteleros y allegados que se compran un espray y pintan esas flechas del siglo XX para que, mire usted por donde, el viajero pase ante su negocio.

Es esta, en suma, una alianza estupenda para acabar con la gallina de los huevos de oro. La protagonizan aquellos que no comprenden que el peregrino y el caminante lo que quieren es ir andando, en bicicleta o incluso a caballo hasta Santiago. No buscan ni aceptan desvíos. Los parajes o monumentos que les gustan los anotan y quedan para otra ocasión… si hay otra ocasión. Pero es inútil: los alcaldes seguirán insistiendo en la nada. Y la asociación Solpor debería de poner los pies en la tierra, que tiene en su directiva a gente muy bien preparada para ello.