Cruzamos mal, conducimos peor

Xurxo Melchor
Xurxo melchor SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Álvaro Ballesteros

Los despistes de peatones y conductores están detrás de los 16 atropellos registrados este año en Santiago

24 feb 2017 . Actualizado a las 08:05 h.

¿Por qué en Santiago se han disparado los casos de atropellos? En la ciudad se han registrado 16 en lo que va del 2017, el triple que en los años anteriores. De ellos, trece fueron despiste del conductor. Los otros tres, del peatón. Apostarse tan solo quince minutos en tres zonas conflictivas basta para obtener una corroboración empírica de lo que señalan las estadísticas que maneja la Policía Local. Las imprudencias son tan frecuentes entre conductores y peatones que hasta sorprende que no se produzcan más accidentes de este tipo.

El pequeño trabajo de campo comienza en la calle del Restollal, en el paso de peatones situado frente a El Corte Inglés. El reloj marca las 16.41 horas y tan solo un minuto después un señor cruza la amplia avenida de cuatro carriles a la brava, sin utilizar la zona señalizada. A las 16.45 una señora pasa hablando por el móvil. Afortunadamente, este punto cuenta con semáforo y ha esperado a que se ponga en verde para ella. A las 16.51 otra mujer se detiene en medio de la avenida para atender una llamada. No corre peligro, pero sirve como primera evidencia de hasta qué punto el móvil multiplica los riesgos de accidentes de tráfico. Pocos minutos después, a las 16.54 y a las 16.55, dos hombres atraviesan la calzada con el semáforo abierto para los vehículos. Aquí, en el mismo punto en el que se produjo el último atropello mortal de la ciudad, a finales del año pasado.

El paso de peatones situado en la confluencia de las avenidas de Vilagarcía y Romero Donallo ha cobrado gran protagonismo porque en él fue atropellada y herida de gravedad la jugadora mexicana del Santiago Futsal Itzel Cruz. Estuvo a punto de perder la vida, pero afortunadamente se recupera bien de sus lesiones. El pequeño test continua a las 17.10 horas y solo cuatro minutos más tarde ya cruza una chica completamente absorta y con la mirada fija en su móvil. Tres minutos más tarde se repite la escena por duplicado. Una joven cruza manejando el WhatsApp y detrás de ella, en el paso de cebra anterior, una señora hace lo propio. Al menos la chica mira brevemente antes de cruzar.

Dos chavales jugando al balón

Se inicia entonces una secuencia loca, con una sucesión de imprudencias y despistes que no termina mal por puro azar. En el mismo minuto, un señor se lanza literalmente al paso de cebra sin comprobar ni lo más mínimo si venía algún coche. El conductor hasta se sobresalta y clava el freno. Cuando el peligro parece no poder ir a más dos chavales cruzan al tiempo que juegan al fútbol con un balón. El conductor no sale de su asombro y a través del cristal se le ve gesticular en señal de queja.

El siguiente punto de estudio es Virxe da Cerca, una de las calles en las que el Concello ya ha anunciado que mejorará la seguridad de los pasos de peatones. Ninguna medida podrá solucionar el auténtico problema: la letal combinación que producen despistes e imprudencias. Son las 17.36 horas y un Audi se salta el paso de peatones del convento de las Mercedarias en el que esperaba una señora con un niño. Es la hora de la salida de los colegios y un minuto después cruzan dos señoras con tres pequeños. Se aseguran antes de cruzar porque es un hecho que el peatón se vuelve más prudente cuando va acompañado por menores. A las 17.45 horas nosotros mismos somos casi atropellados por un Mercedes conducido por una señora que se salta el paso de peatones a la altura del colegio de los Remedios. El coche que sigue a la infractora nos pita haciéndonos saber que ha visto la escena. Lo conduce un veterano policía local ya jubilado: José Antonio Carril. Solo él parece haberse percatado de la peligrosidad de la situación.

El balance es claro. Como peatones, cruzamos mal con demasiada frecuencia. Manejando el teléfono móvil o sin esperar a que los coches se detengan. Como conductores, somos aún peores, porque saltarse un paso de cebra es una infracción grave que, además, puede conllevar consecuencias fatales. Más allá de mejoras de señalización e iluminación hace falta mucho concienciación y educación vial.