Hosteleros

Cristóbal Ramírez

SANTIAGO

21 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La vanguardia turística de Galicia está en Santiago. La retaguardia, también. Se llama Centro Superior de Hostelería de Galicia. Silencioso y discreto, año tras año y desde hace poco más de dos decenios coloca en el mercado laboral -no en el paro, no- a docenas de jóvenes profesionales que rápidamente se abren paso con crisis o sin ella. De hecho, en el 2016 este periódico publicó un reportaje con un gran mapa que recogía los principales destinos de los ex alumnos: el mundo entero. La directora del centro, Marta Fernández, asegura que hay «un 85 % de integración laboral en puestos de responsabilidad en el sector hostelero y de restauración».

Los problemas internos fueron siempre solucionados de paredes para dentro, y eso ha ayudado a reforzar su imagen, a lo que ha contribuido de modo excepcional el notable grupo de profesionales que se encarga de la gestión y docencia. Otra clave del éxito: gestionan cada año varios centenares de estancias en prácticas y -esto es lo importante- una cuarta parte en el extranjero. Porque quedarse sin más en el restaurante de papá es garantía de no avanzar y, a medio plazo, de sorpresa económica y empresarial poco agradable.

Hace unos días una empresa hotelera española con fuerte presencia mundial envió a un grupo de directivos a ver cómo eran las cosas y tomar nota de actitudes, aptitudes y currículos. O sea, a buscar a los mejores para contratarlos. Y ese tipo de noticias -que suelen pasar desapercibidas- son las que despiertan optimismo y van cambiando el carácter gallego: del paisano que se minusvaloraba dándole vueltas a la boina («Eu non lle son nada, señor») al ciudadano orgulloso de su país.