Noche de ronda

Juan María Capeáns Garrido
Juan Capeáns VIDAS LICENCIOSAS

SANTIAGO

16 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Por más que se trate de un asunto serio y de recorrido político y judicial imprevisible, no deja de parecerme del género marciano que una jueza y un concejal de Urbanismo mantengan a estas alturas un largo careo de más de tres horas hablando de bares, horarios de cierre y expedientes. Judicializar la noche era el paso natural, lo que le faltaba a la decadente movida compostelana para certificar su burocratización, entregada como está al aburrimiento y, con suerte, al sábado noche, como dios manda.

El interrogatorio tuvo que ser de otro planeta, porque lo atractivo del ocio nocturno es que siempre se ha desarrollado mientras la gente seria dormía, incluida la clase política y la jurídica. A unos y a otros les falta calle. Igual que cualquiera puede ir contando las infracciones de tráfico que ve en el trayecto matinal al trabajo, un noctámbulo civil podría ajusticiar a media docena de locales cada vez que sale de copas. A la vista de los tuertos están los desmanes horarios, los abusos de aforo y los que golfean con el alcohol y los menores. Es fácil detectarlos porque son el negro sobre blanco de los buenos profesionales, cumplidores y honrados, que son una gran mayoría, aunque a veces cometan errores o excesos que, con unas normas autoimpuestas más propias de países escandinavos, pagan bien caro.

En la noche, a poco que se tenga algo de curiosidad o malicia, es sencillo saber quién se pasa de la raya -sí, va con segundas-; cualquier achispado te cuenta dónde dar un último trago fuera de hora; y también dónde se podrían forrar los cuartos de baño con el papel meado del Código Penal. Solo hay que preguntar.