Nombres

Mario Beramendi Álvarez
Mario Beramendi AL CONTADO

SANTIAGO

25 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

A veces bautizamos las cosas como medida profiláctica. En realidad, nos da igual ponerle un nombre u otro, pero queremos evitar que alguien se adelante con algo extravagante. A un hijo, por ejemplo, le llamamos Manuel. Podría haber sido Pedro o Julio. Qué más da. Pero lo hemos hecho así antes de que venga la tía que paga la merienda del bautizo para honrar no sé qué eslabón perdido del árbol genealógico. Viene todo esto a cuento del aeropuerto de Lavacolla. Con lo tranquilo que estaba le vamos ahora a mojar el cogote en la pila bautismal. Estos días, he escuchado a un compañero decir que bienvenido sea el nombre de Rosalía de Castro aunque solo sea para evitar que a alguien se le ocurra ponerle al aeródromo el de Manuel Fraga. Desconozco si existía tal intención. La poetisa, una de las más grandes figuras literarias que ha dado Galicia, despierta una simpatía generalizada, mientras que el político, personaje clave de la reciente historia autonómica, suscita a la vez adhesiones y rechazos.

Es este un debate prescindible porque deberíamos preocuparnos por otros nombres. Los nombres de los pasajeros. Es decir, que el aeropuerto funcione. Podemos debatir cómo vamos a llamar al instituto - el mío, por cierto, era el Rosalía de Castro-, pero si no tenemos alumnos, tarde o temprano, pasaremos del bautismo al entierro. Y en esas andamos. A mí me gusta Lavacolla, un topónimo. Muchos supongo que no sabrán que viene del latín, de lava colea, es decir, donde los peregrinos se lavaban los testículos. Así que con todo este debate solo se me ocurre una frase. Manda collons.