«Hace falta un museo del coche para no perder una parte de nuestra historia»

Margarita Mosteiro Miguel
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Los aficionados defienden que debe diferenciarse entre «viejo, antiguo e histórico»

22 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Los aficionados a los coches antiguos no los ven como una inversión de futuro ni como una pieza de gran valor económico, sino como «una parte de la historia de Galicia» y una pequeña muestra de «sueños personales» cumplidos con mucho esfuerzo y dedicación. Fernando Gómez, Maximino Iglesias «Nino» y Luis Cobo adquirieron sus coches cuando aún «eran chatarra», y con mucho «mimo» consiguieron descubrir auténticas joyas de la historia del automóvil. Todos temen que con el paso del tiempo y el inevitable fallecimiento de los más acérrimos coleccionistas gallegos, muchos coches terminen en manos foráneas, lo que supondrá que Galicia pierda una parte de su historia.

Luis Cobo coincide con Pichi Fraga y Fernando Gómez en la necesidad de crear un museo del automóvil en Galicia, porque «hay personas muy mayores, con auténticas joyas, que querrían donar sus coches para que se conserven en Galicia», apunta Fraga. «Y aunque llevamos tiempo reivindicando este museo, aún no hay nada serio», lamenta.

Maximino Iglesias Porto es el propietario de siete coches antiguos, entre ellos un Iseta de 1950 y un Ford A de 1929. «Es un hobby caro, porque las piezas escasean, hay que buscarlas en anticuarios o en desguaces. Y algunas veces hay que hacerlas para conseguir que los coches vuelvan a andar. La recuperación de uno de estos vehículos, dándole un poco todos los días, puede llevar un año o más», apunta Nino, mientras trabaja en su taller de Ponte Romaño en uno de los coches que participará en la concentración de este próximo fin de semana.

En Santiago, como en otros puntos de Galicia, hay mucha afición a los coches históricos, «que no deben confundirse con los antiguos», explica Pichi Fraga. «Un coche con más de 25 años es antiguo, y ya no paga el impuesto de circulación, pero para que sea histórico tiene que estar registrado en el Laboratorio de Galicia, que depende de la Xunta, y tiene que estar avalado por un club, para lo que pasa un control estricto». Un coche, agrega, «puede ser viejo, antiguo y no tener detrás ninguna historia. Lo realmente interesante es recuperar nuestra historia y no perderla».

Fraga recuerda que en los años 30 se matricularon en Galicia, proporcionalmente, «tantos vehículos como en Cataluña, pero muchos se perdieron totalmente, al no existir apego por lo antiguo». En los años 60, cuando se empezó a comercializar el 600, «muchos tenían un coche de los años 30 abandonado en un alpendre y terminaban mandándolo al desguace sin interés, sin darse cuenta de que tenían una joya».

Luis Cobo es propietario de tres coches de 1962, 1965 y 1973, «dos Panhard y un Citroën Mehari. Todos andan», apostilla. Los coches le gustaban desde niño. «Un día empece a mascar la idea de comprar coches antiguos», revela. Y ya no paró. Incluso el Mehari fue el vehículo utilizado por la familia durante el verano. Cobo, al igual que sus compañeros de afición, prefiere comprar «el coche en chatarra y trabajar en él hasta recuperar lo que se oculta. Es un placer difícil de explicar. Recupero lo que puedo y, cuando me estanco, recurro a Nino, sobre todo en cosas de mecánica», comenta.

Fernando Gómez coincide con Luis en que «cuando veo la chatarra soy capaz de ver lo que hay escondido, y me gusta trabajar con el coche hasta recuperarlo. Me entretiene, me evade. Mi familia dice que no tengo sentido de la propiedad, así que no puede decir que un coche me gusta más que otro. Son mis hijos, y no tengo preferencias por uno más que por otro», resuelve. Fernando, de profesión biólogo, tiene por ahora cinco coches, «que son un placer conducirlos».