La tercera generación detrás del mostrador

anna serra SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

XOÁN A. SOLER

Los comercios centenarios sobreviven gracias a la propiedad de su local y a los clientes fieles

30 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Aguantando, sobreviviendo, tirando. Así contestan los dueños de cinco de los comercios más antiguos de Santiago cuando se les pregunta cómo les va el negocio en la actualidad. Se trata de establecimientos que llevan en las calles de la zona vieja más de un siglo. Son alrededor de 25 negocios familiares que han pasado de generación en generación y después de haber superado guerras, crisis y demás complicaciones, aún siguen ahí, a manos de las terceras generaciones.

Las calles de piedra del casco histórico de Santiago han sido testigos de miles de acontecimientos a lo largo de su larga existencia. Algo parecido pasa con esos locales que, muchos, abrieron sus puertas hace más de un siglo y han visto pasar gran parte de la historia de esta ciudad. «Mi abuelo abrió la tienda en 1913 y pasó por dos guerras europeas y una guerra española. Las tuvo que pasar muy muy negras», cuenta Cristina Tojo, dueña y nieta del fundador del bazar Comercial Julio Tojo, en rúa Caldeirería, 43. Ella habla de esa época como la más dura que vivió su comercio, pero con orgullo dice que su abuelo «siguió adelante, mantuvo el negocio y llegó a nuestras manos». No obstante, Cristina también cree que actualmente aún se está pasando por una mala época, sobre todo para los comercios.

En el caso de la conocida Ferretería Casas Chico, el dueño, Enrique Villaverde, asegura que sigue en el negocio porque el inmueble es de su propiedad: «Si tuviese que pagar un local ya no podría tenerlo abierto». Una ferretería en una zona como la suya no tiene mucho sentido ya, porque «las grandes áreas comerciales se comen al pequeño comercio» y su existencia ha repercutido mucho en negocios como este. «Hace a lo mejor veinte años», explica Enrique, «éramos cinco trabajando aquí; ahora estoy yo solo. Eso quiere decir algo». Su padre compró la ferretería a quienes la fundaron en 1858, hace casi 160 años, y su familia ha estado al frente del negocio desde entonces, alrededor del año 1956. Además de la inalcanzable competencia que suponen las grandes superficies, Enrique Villaverde se queja de la dificultad de los clientes para acercarse a la zona en coche y para estacionar. El corte de circulación en las calles de la zona vieja ha condenado a los pequeños comercios como el suyo.

Muchos comerciantes opinan como él, como Carmen Silva Cés, propietaria de la Mercería Cés, en el Vilar, 84. «Se cargan la zona vieja y se cargan todo», lamenta refiriéndose a la pérdida de clientela por las restricciones del tráfico. Pero no solo es eso lo que preocupa a Carmen, porque dice que los altos impuestos impiden que sigan adelante con facilidad: «Nunca tienen dinero suficiente pero nos cobran por todo a todos». Opina que el fin de la renta antigua ha obligado a muchas de las tiendas más veteranas a cerrar sus puertas y que por ello, si tuviera que pagar un alquiler tampoco podría seguir allí con su establecimiento.

Minimizaron las consecuencias

Sin embargo, la visión del gerente de la Asociación de Comerciantes Compostela Monumental, José Ángel Blanco, es más optimista sobre este asunto. Explica que desde la asociación hicieron un gran trabajo de apoyo y divulgación para los comerciantes durante los cinco años anteriores a la entrada en vigor de la nueva ley de renta. «Veníamos trabajando con los distintos empresarios para que el impacto fuera satisfactoriamente minimizado», cuenta Blanco haciendo referencia a las charlas y la creación de un gabinete de asesoría gratuita como dos de las actuaciones más exitosas de esta campaña. «Muchos de los negocios han podido continuar gracias a que negociaron con antelación, obteniendo unas condiciones más ventajosas que si se hubiera hecho en un período de bonanza». Aun así, el gerente reconoce que una de las claves de la estabilidad de los comercios antiguos que siguen en pie es la propiedad del local, ya que les facilita la rentabilidad de su negocio. Sobre los comercios que cerraron, asegura que alguno «esperó a que llegara el fin de la renta antigua pero ya tenían pensado cerrar», y que otros aprovecharon incluso su jubilación. Sea como fuere, aún viven unos cuantos comercios que luchan para abrir cada mañana y para sobrevivir un año más.