A rascarse el bolsillo, que Fomento quiere mejorar la intermodal

Xosé manuel cambeiro LÚA DO VILAR

SANTIAGO

24 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Colaboración institucional. Eso es lo que se demanda al binomio Xunta-Concello y lo que ha hecho plegarse a Fomento en la explanada de la intermodal. Pero la tozudez de Madrid solo pudo ser vencida con un argumento de peso: los cuartos. ¿Quieres que te ceda los terrenos? Dame otros a cambio, pero con algo de lucro. ¿Quieres pasarela? Pues ráscate tu propio bolsillo. Luego ven aquí y hablamos del proyecto.

Fomento puede tener el vicio de pedir y el Concello y la Xunta la virtud de no dar, pero ser virtuoso supondría seguir paralizando el proceso de la intermodal. Y eso no gusta en la ciudad, que quiere una estación más ciudadana, más transparente, más operativa y con mejor porte.

Es decir, sí a Fomento y a su gestor ADIF. En la pasada década figuraba en un documento interadministrativo la cifra de 53.000 metros cuadrados de aprovechamiento para el Ministerio, que veía con diamantes en los ojos lo que podría reportar ese lucro a cambio de la nueva terminal. Pero esa compensación naufragó en ríos de tinta. Y como está claro que Fomento puede perdonar pero no olvidar, quiere recuperar un trocito de esa tarta lucrativa.

Los tiempos han cambiado y el proyecto del Hórreo no puede ser deslumbrante, porque la crisis es una podadera. Pero el esfuerzo conjunto puede conducir a unas decentes instalaciones. Y si hay que ceder, y todos están de acuerdo en hacerlo, pues sea. Teléfonos y correos humearon el pasado fin de semana. A Madrid llegaron las voces de Martiño Noriega y Ethel Vázquez. La conselleira, muy encima del asunto durante varios días, convenció a Ana Pastor de que no podía continuar a piñón fijo.

Quienes negociaban hace unos lustros el proyecto para que a estas alturas pudiese contemplarse el nuevo decorado están seguramente prejubilados. La crisis se llevó por delante el mejor proyecto del mundo, según el deseo hiperbólico de José Blanco, pero no puede llevarse por delante el proyecto más digno del mundo.

Una urbe histórica y una de las capitales espirituales del planeta no puede mostrar una terminal vulgar y urbanísticamente coja. Puede recibir el AVE con retoques, sí, pero eso es mezclar el tocino con la alta velocidad. La imagen es vital para una ciudad que vive del prestigio y del turismo. No es capricho herreriano. Por eso no se entiende el espíritu gorrilla de Madrid. Quedó mucho mejor en otros pagos.

Monte do Gozo

A quien no ha convencido Ethel Vázquez es a Noriega para que empiece sus tareas. Xunta y Concello siguen enredados en los zarzales dialécticos. ¿Puede Raxoi ir avanzando en algo, por ejemplo en los accesos a la estación? Si el campo está despejado, debe hacerlo. El Concello dice que no es posible. Así estamos.

Colaboración es lo que requieren también iniciativas como la del Monte do Gozo, un escenario con siglos de ultreias ante la paroxística contemplación de las torres catedralicias con los pies llagados. Una vista que la vegetación ocultó a todos los peregrinos y visitantes del Monte, salvo al pletórico Mick Jagger. Por allí anduvieron las motosierras y los vecinos, que pudieron reponer graciosamente la leña del alpendre con los árboles y arbustos serrados por el Xacobeo.

El alto escenario está a monte y la Xunta está intentando ponerlo a Monte. Recuperar el paisaje y las glorias de este espacio, dimensionar sus camas e inyectarle nuevos alicientes para el disfrute de los peregrinos es una tarea que estaba quedando escondida bajo el más absoluto abandono. Y hoy, al fin, se está destapando.

Pero devolver el esplendor a la colina jacobea no puede tener como únicos beneficiarios a los peregrinos. No todo el orégano es para los caminantes, sino que deben disfrutarlo los propios compostelanos. Es su monte. Lograr la ósmosis de propios y foráneos es labor interadministrativa, y ahí Xunta y Concello pueden irse al Gato Negro, como Portomeñe, y diseñar un buen futuro para un complejo tan desaprovechado y sus conexiones con la ciudad.

No es que haya que asegurarle otro milenio de historia al Monte do Gozo, pero sí intentar que la revitalización que la Sociedade do Xacobeo le está otorgando dure algo más que la que tuvo hasta ahora.