El último pipí de Sara en O Toural

Xurxo Melchor CRÓNICA

SANTIAGO

29 mar 2016 . Actualizado a las 11:22 h.

No era la primera vez que Sara, una de los tres indigentes instalados en la plaza de O Toural que tienen hartos a comerciantes y vecinos con sus desmanes y desvaríos, orinaba en plena calle. Ni que lo hacía a vista de todos. Ni tan siquiera era la primera vez que lo hacía como desafío a vete tú a saber quién. Supongo que un poco a todos nosotros. Lo que es seguro es que este último pipí de Sara va a ser el más comentado. Porque lo hizo en plena procesión de Semana Santa y porque a los afectados se les ha agotado ya la paciencia. Debería ser también para el gobierno local el punto de inflexión que les invite a tomar cartas en el asunto. Sara no tiene la culpa. Ni Félix, su compañero de andanzas. Ni Manuel, el tercero del grupo al que una neumonía retiró hace dos meses de la calle y al que he tenido la suerte de conocer personalmente. Suerte porque las historias hay que vivirlas desde todos los puntos de vista. Desde una y otra trinchera. La de este trío no es una historia de pobreza ni del terrible efecto de la crisis. Los que les tratan como si fuesen unos desahuciados abocados a acampar en plena calle son unos maniqueos empeñados en reducir cualquier asunto a una lucha entre buenos y malos. Ellos son siempre los buenos, claro. Pero Sara no es mala. Tiene un grave problema de alcoholismo, eso sí. Tan grave que ha dormido en la calle más de una noche pese a que el Concello le pagaba una habitación en un hostal. Así me lo contó Manuel en el hospital en el que estuvo ingresado. En Santiago no hay solo tres indigentes. Son, desgraciadamente, muchos más. La única razón por la que estos tres de O Toural desatan tanta polémica es porque sus comportamientos son un problema de convivencia. No porque orinen en una procesión. Es una falta de respeto, pero nadie va a pedir respeto a alguien nublado por completo por los vapores de Baco. El problema es que allá donde ponen su mochila, como el soportal de la esquina de O Toural con la Rúa do Vilar o la entrada de la antigua sala Yago, el hedor a orina es insoportable. También es un problema su violenta manera de enfrentarse al mundo. Lo de menos es que se queden con la nalga al aire frente a unos penitentes. Lo terrible es que no son pocos a los que sus gritos e improperios les dan miedo.

El gobierno local debe actuar ya. Si no lo quieren hacer por una cuestión de imponer el cumplimiento de la ley, algo que deberían asumir como esa parte no siempre agradable de tener que gobernar, deberían al menos entender que al margen del problema de convivencia, ya de por sí grave, las vidas de Sara y de sus compañeros están en peligro. Podemos soportar verles orinar, pero no morirse ante nosotros sin que el Concello haga nada.