El «pregón senlleiro do entroido compostelaneiro», de Os da Ría, fue una sorpresa. Además de la ironía y buen humor, que se les presuponían, quienes asistieron evidenciaron un creciente asombro ante la lección de geografía que ofrecieron desde Bendaña. Porque cinco minutos de su intervención los dedicaron a referir los municipios gallegos. Desde Abadín hasta Zas. Varias personas no disimularon su satisfacción al escuchar algunos (Compostela se llevó una buscada ovación), quizá donde nacieron, o donde residen, o que les evocaba algún acontecimiento señalado, lo que resultó un agradable e inesperado agasajo. No sé si se les olvidó alguno, pero la mayoría fueron nombrados.
Completaron así una actuación que merece ser destacada. A muchas personas les cuesta enumerar no ya los 315 ayuntamientos, sino buena parte de las 53 comarcas del país. Y más difícil señalar su ubicación correcta sobre un mapa. Incluso tienen dificultad estudiantes de las universidades, a pesar de que en la etapa de enseñanza obligatoria deberían aprenderlo bien.
La presidencia del Santimeco Tricéfalo, y su alusión a los poderes humano, terrenal y celestial, quizá hacía aguardar una intervención diferente. Pero Os da Ría demostraron cómo un acto festivo y desenfadado puede ser también una oportunidad para la inteligencia, para el saber hacer y estar. Y propiciar asimismo un buen ambiente.
Sin problemas con nadie. Ni con la libertad de expresión que, en este tiempo de carnaval, ofrece buenas ocasiones para brillar a diestro y siniestro.