Los vehículos de reparto incumplen el horario de acceso al casco histórico

Margarita Mosteiro Miguel
marga mosteiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

<span lang= es-es >Los últimos no se van hasta las once</span>. El horario de reparto en el casco histórico va de 7.30 a 10.30, y en Fonseca hasta las 12. En la foto, la praza de Praterías el pasado jueves por la mañana.
Los últimos no se van hasta las once. El horario de reparto en el casco histórico va de 7.30 a 10.30, y en Fonseca hasta las 12. En la foto, la praza de Praterías el pasado jueves por la mañana. alexis rey< / span>

Los transportistas se ven obligados a arriesgar porque muchos establecimientos no abren hasta las diez de la mañana, por lo que no tienen tiempo para las entregas

04 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La peatonalización del casco monumental hace aguas durante las primeras horas de la mañana de todos los días laborables. Más de 60 furgonetas y camiones acceden cada día a la zona monumental para entregar mercancía en los establecimientos comerciales y de hostelería, entre las siete y media y las diez y media de la mañana. Después de esta hora, todos deberían abandonar el casco viejo, pero muchos incumplen esta orden. El pasado jueves, a las once de la mañana aún había dos camiones, dos furgonetas y un coche en la praza do Toural; y, en la rúa do Vilar, una fila de furgonetas seguían aparcadas cuando las campanadas de la Catedral daban las once. Quince minutos antes, solo la presencia en el Toural de un coche de la Policía Local provocó el desfile en cadena de hasta doce camiones y furgonetas por la rúa do Vilar en dirección a Praterías para coger rumbo a Fonseca, donde pueden permanecer hasta las doce; eso sí, solo durante un período de veinte minutos.

La realidad es que «cualquier persona puede entrar sin ningún problema hasta las diez y media», comenta Javier, repartidor de bebidas. «Algunos aprovechan que los bolardos de San Fiz y Casas Reais no funcionan y entran sin reparos. Tengo visto a gente, que va a la Plaza a comprar con su coche y no se corta nada, entra aunque no tengan permiso», apunta Fernando, repartidor de congelados. Efectivamente, los bolardos de los dos puntos están averiados desde hace varias semanas y, según fuentes municipales, se requirió a la empresa para que solucione el problema.

Durante la mañana del pasado jueves, seis coches permanecían aparcados en la praza de Cervantes pasadas las diez de la mañana y ninguno tenía tarjeta de residente. Otros tres estaban parados en la rúa do do Vilar y en la praza do Toural y solo uno contaba con una tarjeta visible en el salpicadero. Dos coches más, sin tarjeta a la vista, estaban estacionados a las diez y media en Preguntoiro; y uno más en la rúa Nova.

Los repartidores consideran que la presencia de coches, «muchas veces sin autorización, restan espacios para nosotros, que estamos trabajando», apunta Luis distribuidor de una bodega. «Entran, aparcar en las zonas que podríamos usar nosotros y van a tomar un café», se queja. Los transportistas consultados coinciden en la imposibilidad de hacer el reparto antes de las diez y media de la mañana. Iago, repartidor y comercial de souvenirs, considera que debería «aumentarse el horario. No llega hasta las diez y media, porque yo no puedo llegar y soltar la mercancía, tengo que hacer una labor comercial».

Más zonas de carga y descarga

José Luis reparte alimentos: «Los de bebidas dejan mercancía en las puertas de los bares, pero yo no puedo hacer eso». Su propuesta es «aumentar las zonas de carga y descarga» alrededor de la zona monumental con horas exclusivas para el reparto en este ámbito. «Tiene que ser un espacio amplio y reservado para que, desde allí, podamos hacer el reparto», pero «ya digo que tiene que haber áreas próximas a todos los puntos, porque desde Fonseca no podemos ir con un carretillo hasta Cervantes».

Sergio, que entrega bollería, insiste en que «es difícil hacer el trabajo, porque los comercios no están abiertos». Emilio coincide en que es «imposible. Tengo varios locales que no abren hasta las diez, en media hora no puedo entregar todo, porque unos están cerca del Toural y otros en Cervantes». Luis, el repartidor de bebidas, dice que la «solución es que los comercios, sobre todo la hostelería, abran antes. Empiezo a las ocho con los que abren a esa hora y, tengo un tiempo muerto entre 9.30 y 10, entonces entrego mercancía; pero ¿qué hago con los de las diez y media y once?, ¿repartir desde fuera con carretillo?». Pepe, que también distribuye bebidas, lamenta que «a los hosteleros les da igual nuestro problema. En septiembre me cayeron tres multas».