Por encima de todo, Compostela

Ignacio Carballo González
Ignacio Carballo LA SEMANA POR DELANTE

SANTIAGO

26 jul 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Compostela no es un espacio para la confrontación. Nunca lo ha sido. Ni sus ciudadanos han querido que lo fuese ni los líderes de las distintas administraciones se han prestado a ello. No solo eso. La altura de miras de todos ellos, dejando a un lado ideologías partidarias, parió uno de los mejores instrumentos que una ciudad española haya podido tener a su disposición para desarrollarse y proyectar su universalidad: el Real Patronato y el Consorcio de Santiago. Todos entendían que había que remar con fuerza en una misma dirección y no había motivos para desmarcarse porque la buena voluntad de diálogo y de consenso podía con todo. La comunicación entre las dos alas del pazo de Raxoi, la del Concello y la de la Presidencia de la Xunta, era fluida. Esa partitura sonaba bien porque el latido esencial de Compostela se sobreponía, al final, sobre cualquier disonancia.

Hoy, las circunstancias para mantener esa buena sintonía no son las mejores. Los cambios en la sociedad, duramente golpeada durante los últimos años, y por tanto las mudanzas en la política, están levantando altos muros de recelos y desconfianzas, hasta el punto de hacer temblar la base de respeto institucional sobre la que se ha cimentado el sólido edificio de Compostela durante más de 35 años.

No es cierto que no haya voluntad de confrontación. La hay. Y no es necesario echar la vista atrás hasta el 24-M para comprobarlo. Basta repasar los acontecimientos de solo doce horas de la víspera del Día de Galicia para comprobarlo. Primero, el fuego de Figueiras como un bochornoso argumento para pasar factura, utilizando un tema de tan alta sensibilidad como es la política contraincendios. Todo gobierno tiene la responsabilidad de dar respuestas, sin evadirse de ellas con acusaciones sin consistencia, y menos aun cuando nadie le ha pedido explicaciones.

Después, la ausencia del alcalde en el acto de entrega de las Medallas de Galicia. Muy coherente con el escaso nivel institucional demostrado por Noriega desde su llegada a la alcaldía de todos los compostelanos, dejando al margen su apelación a la laicidad para autoexcluirse de la ofrenda. La coincidencia supuestamente inamovible de agendas es un argumento insostenible cuando, como efecto colateral de la confrontación, se resienten sendos homenajes en los que, si las condiciones fueran las normales, todos, absolutamente todos, habrían estado, tanto en el Gaiás como en la rúa das Hortas. La confrontación se consigue, también, cuando no se huye de ella.

La visita que este martes girará Noriega a Feijoo debiera ser el punto de relanzamiento de la cooperación sincera que por la ciudad exigen todos los compostelanos. Valga como metáfora el espectáculo de los fuegos que abrió el día grande de Santiago, y viene a cuento el titular que le dio ayer La Voz: «Muda o espectáculo, segue a maxia».