El Obradoiro se vio en la ACB de sopetón y aquello fue como un noviazgo adolescente. A su alrededor todo era novedad y agradecimiento. Todo positivo, que diría la antítesis de Van Gaal. Mantuvo esa inercia pese al descenso. Pero ahora son ya cuatro campañas seguidas en la élite. Y hay un goteo en la pérdida de masa social, aunque la media de espectadores sigue siendo alta.
-Es imposible vivir instalado en la pasión, pero, ¿a pie de pista se percibe ese goteo más numérico que ambiental?
-Estadísticamente quizás tenga usted razón y haya menos gente. Sé que el club hace esos estudios. La respuesta es: ¿cuánto tiene que ver en eso el espectáculo deportivo, cuánto la crisis, cuánto el que no haya descuentos por aquello de las acciones y demás? Y creo que hay unos cuatrocientos abonados que no vienen, que no ocupan su asiento, pero que siguen ahí pese a que están en el extranjero o por apoyar. En un pabellón de 6.000, cuatrocientas sillas vacías se notan. Sé que el club está en ello. Lo invito a que vea el vídeo del partido ante el Bilbao, los últimos cuatro minutos. Y ya me dirá lo que ha bajado el ambiente.
-No hablaba de decibelios.
-Son ya cuatro años en la Liga Endesa y creo que tenemos una buena base. Sigo viendo muchas caras conocidas. Recuerdo un artículo del año pasado sobre el Eibar, y el presidente decía que sabía el nombre de los dos mil y pico que iban al fútbol. Es parecido lo que sucede aquí. Y dudo que existan muchos proyectos ACB en los que el abonado tenga tanto peso económico como aquí. Esto durará lo que los pilares básicos del Obra quieran, y esos pilares son sus aficionados y los patrocinadores.