El contable dice que la catedral «crujió» cuando intentó profesionalizar las cuentas

Xurxo Melchor
Xurxo Melchor SANTIAGO

SANTIAGO

Pedro Ceán ha declarado como testigo en el juicio por el robo del Códice Calixtino y ha calificado la forma de llevar las cuentas del templo de poco profesional y poco transparente

27 ene 2015 . Actualizado a las 04:46 h.

Pedro Ceán ha declarado como testigo en el juicio al ladrón del Códice Calixtino, reanudado hoy en Santiago. Trabajó en la catedral de junio del 2002 a noviembre del 2012. Ha relatado como ya el primer año detectó que faltaba dinero cuando se hizo el arqueo de caja del 2002. Se lo comunicó al administrador que dijo «no puede ser» porque solo él tenía llave de la caja fuerte. Al año siguiente sucedió lo mismo, pero el administrador siguió pensando que había un error al contar el dinero o que fallaba el programa informático. El administrador entonces comenzó a tener dudas y a preocuparse por el asunto. Él intentó profesionalizar las cuentes y que se hiciera al menos un arqueo al mes, que no se pagara tanto en efectivo, pero en el 2004 no se hizo arqueo porque fue Año Santo y el administrador estuvo muy ocupado. En el 2005 se detecta un nuevo déficit y se llega a la conclusión de que lo que pasa es que falta el dinero de la caja. Se toman la situación en serio en el 2008 a propuesta del contable, que propone crear una oficina económica y hacer más arqueos «pero cuando se empezaron a implementar las medidas la organización empezó a crujir y se dio marcha atrás», ha afirmado el contable. «Poco profesional y poco transparente» Ceán ha relatado cómo además de poco profesional, la forma de llevar las cuentas en la catedral era también poco transparente. «La información económica no se trasladaba en su globalidad», ha dicho. Eso sí, no considera que la contabilidad fuese «ficticia», sino «rigurosa», ya que pese a la falta de dinero, «todo estaba registrado y había apuntes contables para todo». También para los déficits, que los dos primeros años se solventaron cargándolos a los fondos propios de la catedral para después pasar a aparecer registrados en las cuentas y balances como quebrantos de los ejercicios. Calcula que esas faltas de dinero eran del 10% de lo ingresado, una media de 2 millones de euros anuales.