Un vecino de Padrón, inesperado guía para los peregrinos que llegan a Escravitude

Uxía López Rodríguez
uxía lópez PADRÓN / LA VOZ

SANTIAGO

MERCE ARES

Jesús Vahamonde pasa los días hablando con los caminantes de su vida por medio mundo y de la propia Ruta

19 oct 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Se llama Jesús Vahamonde Sánchez, tiene 76 años y desde hace dos, aproximadamente, hace de guía para los peregrinos que llegan al santuario de A Escravitude, en Padrón, lugar en el que reside con un sobrino. Para pasear y entretenerse, un día Jesús Vahamonde se fue a los exteriores del santuario y allí empezó a hablar con los caminantes, españoles y extranjeros. Y así pasa los días hasta hoy.

Durante muchos años, este vecino de Padrón recorrió embarcado países «de todo o mundo varias veces», trabajando como camarero de los oficiales. Aprendió inglés, idioma que ahora le sirve para comunicarse con los peregrinos que recorren el tramo portugués del Camino de Santiago. «Quen me iba decir a min que despois de estar en todos eses países polo mundo adiante iba a falar aquí con xente de alí», explica con una sonrisa Jesús Vahamonde. Reconoce que «non domino o inglés correctamente» pero se defiende sin problemas, sin contar que, como él dice, «hoxe hai moitos estranxeiros que falan algo de español».

El vecino de A Escravitude les cuenta su vida, «donde estuven en cada país e o que fixen». También les habla del milagro que en su día se produjo en A Escravitude, cuando un hombre enfermo, camino de Tui a Santiago, se paró para pedir agua, que bebió y le curó. A él, los peregrinos le preguntan por qué está cerrado el santuario y Jesús les recuerda lo que dice el cura, que ya robaron varias veces y que «se chega a estar aberto non quedaría nada dentro». A este vecino le ofrecieron las llaves para que abriera la iglesia para las visitas de los peregrinos pero no las quiso porque dice que «é unha responsabilidade».

Los caminantes, por su parte, le cuentan que «lles gusta moito o pobo e falan marabillas do Camiño». Para Jesús, estar cada día en los exteriores del santuario y relacionarse con los peregrinos «é unha alegría, pásoo moi ben» y, más que eso aun, «é como se fose unha mediciña para min», asegura. Ahora, en octubre, dice que «están pasando camiñantes como se fose no verán», sobre todo extranjeros.

Además de un poco de charla, muchas veces los peregrinos se sacan una fotografía con Jesús delante del santuario, imagen que después le remiten. Tiene unas cuantas con gente de Alemania, Polonia, Málaga, Sevilla o Huelva. Él mandó hacer una tarjetas con su nombre, dirección y teléfono para estar en contacto con los visitantes y, en una ocasión, desde Alemania le llegó una carta que tenía pegada su tarjeta en la dirección.

Por la mañana y por la tarde, a excepción de los días que llueve, se puede encontrar a Jesús en el santuario, dispuesto a mantener una buena conversación.