Hemingway revive en Compostela

Domingos Sampedro
domingos sampedro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

XOAN A. SOLERXOAN A. SOLERXOAN

Reabre al público el local santiagués que hechizó al Nobel norteamericano

12 sep 2014 . Actualizado a las 15:21 h.

En el número 18 de la calle Cardenal Payá, tocando con la plaza de Mazarelos, se alza un edificio modernista de tres plantas. En un tiempo fue el hotel Suizo, refinado, pero sin derroche de lujos. Inaugurado como tal en 1904, disponía de servicio de carruajes para clientes, 36 habitaciones y un elegante comedor en la planta baja que albergó hasta 325 comensales aquel día de 1913 en el que Montero Ríos presidió el banquete de inauguración de la Escuela de Veterinaria de O Hórreo, hoy reconvertida en sede del Parlamento de Galicia. En el exterior, una placa recuerda que Ernest Hemingway fue su huésped más ilustre, motivo por el cual la figura del Nobel norteamericano será recordada en el interior de un local que, el próximo sábado, abrirá de nuevo sus puertas como restaurante, pero conservando el alma que tuvo.

La aventura corre a cargo de José Silva, propietario del Café Bar 13, que a medida que fue modelando su proyecto se dejó atrapar por las historias que albergan los muros del antiguo hotel Suizo, posada de Torrente Ballester o de la fotógrafa Ruth Matilda Anderson, pero sobre todo de Papa Hemingway, pues fue desde aquí desde donde tejió esta relación tan íntima del autor de Adiós a las armas con Galicia.

En una conferencia de 1996, y publicada un año más tarde, Carlos Casares describió mejor que nadie cómo hechizó a Hemingway la ciudad de Santiago, a la que definió como «la más hermosa que he visto jamás». Plantó su base en el hotel Suizo en los veranos de 1927 y 1929 y ordenó que le hicieran llegar allí su correspondencia. Acostumbraba a salir a pescar al río Tambre y nunca dejó de asombrarse con una Catedral que, creía, no admitía comparación con ninguna otra vista por él.

Casares, al escudriñar en las cartas personales de Hemingway, descubrió la devoción que tenía por Galicia, la tierra de los dinosaurios dormidos junto al mar -así describió el paisaje de las rías-, por mucho que sea más conocida su veneración por el mundo del toreo. A su modo, dejó escrito Casares, el escritor de Illinois rindió homenaje a la ciudad del Apóstol bautizando al pescador de su libro más universal, El viejo y el mar, con el nombre de Santiago.

Estos son solo algunos de los ingredientes que le darán sentido al nuevo establecimiento que ocupará el bajo del hotel Suizo. El restaurante Silveira, así se llama, nace con vocación de conservar la memoria. Y por supuesto, como ocurre en el hotel Ambos Mundos de La Habana, en su interior siempre habrá una silla reservada para Papa Hemingway.

crónica el antiguo hotel suizo vuelve como restaurante