Si no fuera porque los 750 euros de sanción llegaron en papel oficial del Concello y, además, le confirmaron la propuesta en las dependencias municipales, Jorge Piñeiro pensaría que «alguén está a gastarme unha broma». Este ganadero de Enfesta tiene 60 cabezas de ganado, que cada día desplaza a dos fincas cercanas a la explotación para aprovechar los pastos frescos. Algo que vienen haciendo desde hace generaciones. «Teño 44 anos e crieime coas vacas. Meus pais, meus avós xa levaban as vacas aos prados. Na aldea non son o único que ten vacas, e as vacas son vacas. Non podes controlalas», afirma. Nunca tuvieron problemas hasta que el pasado año un vecino «urbanita» le pidió que modificara la orografía de su prado para que el zorro no entrara en su finca, ya que le había matado alguna oveja. El ganadero, al cual la petición le pareció absurda, cree que este fue el origen del malestar de su vecino, que optó por denunciarle.
Las vacas acuden a dos fincas de su propiedad a diario. Por las mañanas «van a unha e pola tarde, a outra» y en el camino dejan, como «fan todas as vacas do mundo, bostas». Durante el verano, Piñeiro recibió la visita de la Policía Local en varias ocasiones, cuestión que le sorprende: «Non entendo nada. As vacas son vacas, non podo controlalas. Terei que poñerlle cueiros para levalas ao prado de arriba», bromea.
Cuando acudió al Concello, «despois de ir dun lado para outro, porque cando contaba a historia, ríanse», no supieron darle ninguna explicación. «Quero saber se teño que limpar un kilómetro e medio cara unha finca e 500 metros cara a outra» y «se o teño que facer eu so o todos os gandeiros de Santiago», La ordenanza que le aplican, clama, «é de cans e non de vacas. De rúas, non de pistas».