Melide también hace el agosto este mes

Natalia Rodríguez Noguerol
natalia noguerol MELIDE / LA VOZ

SANTIAGO

NOGUEROL

El retorno vacacional de emigrantes se ve en la calle y en la mayor actividad que testimonian comerciantes y hosteleros

10 ago 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Melide no tiene playa, pero sí cientos y cientos de vecinos que tuvieron que irse para ganarse el pan y que aprovechan el mes de vacaciones por excelencia para volver a casa. No lo hacen por Navidad. El retorno estival de los emigrantes y de sus descendientes lo esperan comerciantes y hosteleros como agua de mayo, o como el verano gallego aguarda por el sol. Sobre todo este año, después de un mes de julio que económicamente se ha comportado con timidez.

El balance es unánime en los negocios de la localidad, donde todos saben que en agosto toca hacer acopio para los meses en los que el viento no sopla a favor. La llegada de los veraneantes se palpa en las calles, con mucho más trasiego de gente y de coches que el habitual. En los supermercados hay caras nuevas entre los dependientes y toca hacer cola para pagar. Al cajero, se recomienda no ir por la noche para que surta y para circular en coche y aparcar, armarse de paciencia.

Pero más allá de las percepciones, atestiguan que Melide es destino vacacional quienes firmaban por hacer la caja de estos días unas cuantas veces más al año. «Tiñamos que ter tres ou catro meses de agosto no ano», dice Gloria Galego, que está al frente del despacho en Melide de Pescaderias Abel, con locales de venta también en Monterroso y en Lalín. No lo duda. El que tiene en el casco viejo melidense es el más rentable. «Sen comparación», subraya. Hasta el establecimiento llegan a diario, desde la lonja de Ribeira, hasta cincuenta variedades de pescados y mariscos frescos, de los que a las dos de la tarde apenas queda una pieza. Y eso que este mes «triplícase» la carga de mercancía. Gloria refuerza la pescadería con una empleada más «e chéganos ben o traballo». Empiezan a las ocho y cuarto de la mañana, y siguen a pie del cañón a las tres de la tarde. Y aunque este año, dice, «o marisco non se vende como outros anos», no tiene queja porque agosto «sigue sendo un mes moi bo, moi bo».

Más alquiler vacacional

Tampoco protesta Isabel Tarrío, «aínda que este ano non hai xente na terraza ata a unha ou dúas da mañá como outros anos». Junto con sus hermanas Teresa y Carmiña, lleva más de cuarenta años sacando adelante O Burato, una churrería y cafetería en pleno centro urbano que ya ha empleado para agosto a tres camareros más, aunque «o gordo», como dicen, se espera a partir de este fin de semana. «Xa levamos uns anos en que veñen sobre o día 10 cando antes entraban o día 1», comentan.

De ese cambio de tendencia dan fe los agentes del sector inmobiliario, donde apuntan que «hai dez anos, o 90 % da xente alugaba o mes enteiro, e agora, a metade faino por quince días». Con todo, se muestran satisfechos porque «os prezos, que baixaron nos últimos anos, mantéñense, pero a demanda de aluguer estival medrou e recuperamos a baixada dos dous últimos anos», explican. «Entre a segunda semana de agosto e a última é cando máis se aluga», indican en consonancia con los hosteleros.

Hay una razón a la que todos apuntan que no deja lugar a dudas. Está a la vuelta de la esquina y se llama San Roque. El programa de las fiestas grandes de la localidad puede gustar más o menos, pero los festejos, que dan comienzo a mediados de mes, siguen funcionando como reclamo para que los veraneantes renueven cada año los votos en Melide.

Con la vista puesta en el calendario, Mar García está convencida de que «el mes de agosto es de los mejores por las fiestas». Hace seis años que recogió el testigo en una tradicional panadería con horno de leña en el casco antiguo de Melide y cuenta que «hace tres o cuatro años se notaba más el aumento de gente ya en julio». Y aunque «ya se empezó a trabajar bien» con el cambio de mes, «a partir de ahora es cuando esperamos a la mayoría de la gente». Y con ella, jornadas maratonianas en las que en As Delicias, como se llama el establecimiento, toca diana a la una de la madrugada. «Se puede llegar a hacer el doble de trabajo», cuenta Mar. Definitivamente, los emigrantes regresan en agosto a Melide con un pan debajo del brazo.