La Festa do Pemento agotó las raciones pese a la caída de visitas

Emma Araújo SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Agustín Hernández recibió con gusto la capa de caballero de la orden

04 ago 2014 . Actualizado a las 13:35 h.

Los pimientos de Padrón, o mejor dicho, de Herbón, llegaron a las tierras del Sar en el siglo XVI en el equipaje de algún fraile franciscano al que habría que elevar a los altares culinarios. Pero como esto no es posible, la parroquia de Herbón se afana desde hace casi cuarenta años en dar gracias por semejante regalo para el paladar con una fiesta que en los últimos años ha perdido visitantes, lo que permite a los que sí se acercan hasta el entorno del convento disfrutar de raciones enormes y gratuitas de estos pimientos sin apenas agobios.

Pese a la rebaja de visitantes a Herbón, el ambiente de trabajo de los vecinos no se relajó ni lo más mínimo, ya que desde antes de las dos de la tarde ya ofrecieron las primeras raciones de pimiento con pan de maíz y con un plato de sal gruesa como complemento indispensable, ya que este producto permite degustar el pimiento con el punto de sal que apetece a cada uno y también utilizar la vieja costumbre de remojar la punta de la lengua con ella para que el picor traicionero de algunos pimientos no juegue malas pasadas. Picantes o no, sobre las 14.30 horas los visitantes ya habían engullido casi setecientos kilos de producto. Deserciones aparte, hay quien no se pierde nunca esta fiesta. Este es el caso de María José, Ricardo y Marta. Dos de ellos nacieron en Padrón pero viven en Madrid, salvo en el mes de agosto, que regresan a su tierra natal para descansar. Los pimientos de Herbón del día de la fiesta siempre están en su agenda porque para ellos es la mejor forma de comenzar unas vacaciones en las que Padrón es su base de operaciones.

Los jóvenes Pedro y Fátima presumen de ser «os netos do Bicho» y también de acudir desde hace años a esta cita gastronómica, que se ha sumado a la moda de las capas y la órdenes de damas y caballeros. Este privilegio le correspondió, entre otras personas, al regidor de Santiago, Agustín Hernández, que en su discurso reconoció que el compromiso de comer pimientos de Herbón es todo un placer, que no le resulta nada desconocido, porque «non hai ano que non o cumpra unha ducia de veces», aseguró.

Otra persona agasajada con tan particular vestimenta fue Concepción Pose Melsio, profesora jubilada del IES Camilo José Cela, que se mostró «encantada» con su nueva distinción, a la que ya une un sinfín de reconocimientos.

Conchita fue la profesora de infinitas generaciones de padroneses. Y tras recoger su capa saludó a las hermanas Mar y Nieves Boga, habituales de la fiesta, como evidenciaba su olorosa y abundante ración de pimientos, de Herbón, cómo no.