Denuncian una fiesta de San Juan en el patio de un colegio de Melide

Natalia Rodríguez Noguerol
natalia noguerol MELIDE / LA VOZ

SANTIAGO

NOGUEROL

Jóvenes con fogatas en el exterior del centro escolar entraron al recinto para hacer botellón y una churrascada

25 jun 2014 . Actualizado a las 12:28 h.

Mónica López estaba ayer decepcionada. Es la directora del colegio público Mestre Pastor Barral, en Melide, y solo encontraba una palabra para definir lo que vieron sus ojos cuando, a primera hora de la mañana, llegó al centro. «É desolador que eduquemos para isto», decía. Esto es la actitud que está detrás del lamentable estado en el que dejaron el patio cubierto las pandillas de jóvenes que asaltaron el recinto escolar para celebrar la noche de San Juan. Es obvio que permiso para festejar en el colegio no tenían, pero, sin lógica, aparcaron la evidencia para dejar paso a una noche de churrasco y botellón. Las consecuencias: una denuncia interpuesta por la dirección del centro ante la Guardia Civil.

La juerga no hubiera trascendido de no ser porque solo se preocuparon de pasarlo bien, sin tomarse la molestia de recoger su propia basura. Al menos hasta última hora de la mañana, cuando se personó algún que otro joven con la intención de limpiar. De madrugada, la pista cubierta del patio de recreo del colegio, ubicado en un barrio a las afueras del casco urbano, la habían dejado hecha un estercolero con restos de comida, de bebida, de madera y de mobiliario de jardín, parrilla incluida. Salvo las ramas caídas de un árbol, no destrozaron nada. «Nunca o fan», apunta la directora del colegio antes de contar que el botellón dentro del recinto escolar, sin ser una práctica habitual los fines de semana, «vén de vello».

Pese al desmadre, «houbo sorte», afirma Mónica López pensando en lo que pudo pasar si se descontrola la hoguera que, por los restos visibles de ceniza, se intuye que prendieron en una esquina del patio, que está cubierto de uralita. A las demás fogatas les plantaron fuego en el exterior del recinto escolar, donde se contaban hasta seis. En una de ellas encontró un vecino de la zona su carreta, de la que echaron mano los jóvenes para transportar leña «que me levaron», cuenta. También sin permiso. «Se viñesen pedirma, teríalla dado», dice el hombre, que insta a las autoridades locales a tomar nota para que no se repita lo de ayer.