Memoria recuperada, injusticia reparada

SANTIAGO

29 may 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

La memoria oxidada de las Marías», se titulaba el reportaje que publiqué en una página como esta de La Voz el 17 de febrero del año pasado. Si hay una cosa de este oficio de contar la vida que llena de una manera especial es que tu trabajo no caiga en saco roto. Y no pasó desapercibida la lectura dominical para ese lote del mejor género humano que nutre a entidades como el Ateneo de Santiago o a la Agrupación Cultural O Galo. Ni un día tardó tampoco la Asociación Gallega de Marmolistas en marcar el teléfono de esta casa para interesarse por la tumba olvidada en Boisaca de Maruja y Coralia Fandiño Ricart, Las Marías. Ayer se hizo justicia entre las piedras del camposanto compostelano. En uno de esos actos ciudadanos que hacen que los que nacimos fuera nos sintamos orgullosos de decir que somos de Santiago, Maruja y Coralia recuperaron parte de la dignidad que les robó en vida y que les racaneó en la muerte. La investigación posterior a la publicación del reportaje sirvió para descubrir que las hijas de Arturo y Consuelo, inseparables en sus paseos que nacían en la rúa do Espírito Santo número 16, ni siquiera reposaban juntas. A eso también se le ha puesto remedio gracias a una iniciativa popular que arrancó en el 2011 con la convocatoria del acto Flores de Mil Cores para As Marías. Se trataba, huyendo de los tópicos de la excentricidad y la locura, entrar de lleno en la historia de dos mujeres que enloquecieron para defenderse de la represión franquista salvaje de la que fueron víctimas. Ojalá Maruja y Coralia -que siempre quiso llamarse Rocío- bailaran allá donde quiera que estén el Carmiña Carmela que salió de una gaita grileira ante su hogar definitivo de Boisaca. En un sitio están seguro: en la memoria viva de Compostela.