La accesibilidad en el transporte público es una asignatura pendiente en Compostela. La denuncia de una ciudadana con problemas de movilidad, Ánxela López, ha hecho despertar aparentemente al Concello, que hasta entonces no veía deficiencias en los autobuses. Pero sí las hay y Ánxela aún las padece en su línea de Fontiñas. Raxoi, sin embargo, la dejó al margen pese a los criterios judiciales. «Hai un incumprimento da sentencia porque obrigaba a revisar as condicións de accesibilidade e darme audiencia, e non se fixo», señala la damnificada.
Está estudiando ponerse en contacto con su abogado porque no puede utilizar el transporte público. «En Fontiñas non se fixo nada, e se quero ir ó centro teño que depender doutra persoa que me poida trasladar», dice. O andar en su silla durante 50 minutos. Recalca que «as rampas automáticas non funcionan e as manuais non as poden manipular os condutores porque aducen que a normativa non lles permite moverse do asento. Máis aínda, algún ó verche escapa». Únicamente la solidaridad de otros pasajeros puede ayudarla, pero eso puede ser un día, no por norma. «Van cinco meses e non hai ningún avance nin comunicación», lamenta Ánxela, y resalta que «hai bastantes persoas prexudicadas que aboan impostos como todos».