Un grupo de «okupas» hace suyo el viejo local de Cantigas

x.r. santiago / la voz

SANTIAGO

Álvaro Ballesteros

Justifican la acción en que «a cultura non pode estar pechada»

04 abr 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

El antiguo local de Cantigas e Agarimos, en la Algalia de Arriba, vuelve a estar ocupado. Y no por sus antiguos inquilinos, que desarrollan su actividad cómodamente en el antiguo colegio Ramón Cabanillas, sino por un grupo de personas que han convertido sin permiso de los propietarios el bajo de Algalia, 11, en un centro de cultura popular y no elitista. Como en la sala Yago. Y son conscientes de que le puede aguardar una respuesta de desalojo similar.

Cantigas, desde su nacimiento en 1921, fue dando tumbos por distintos locales de la ciudad hasta dar con un viejo establo en la Algalia. Y de establo, bien acondicionado para el nuevo uso, pasó a ser sala estable de la veterana agrupación folclórica en 1957. Muchas de las grandes actuaciones musicales y coreografías de Cantigas se fraguaron en este local de más de 130 metros cuadrados. Un lugar espacioso.

Pero, para desgracia del grupo, la sala tenía fecha de caducidad. Tras un cambio de titularidad, el nuevo dueño avisó en el 2009 a los directivos de Cantigas que fuesen buscándose una sede alternativa, porque el contrato de 24 euros de renta antigua finiquitaba. Tras un par de prórrogas, Cantigas abandonó su céntrico enclave en el 2011 y se exilió en O Castiñeiriño.

Pero no contaba, ni los dueños del local de la Algalia tampoco, con que alguien heredase espontáneamente la tradición cultural del inmueble. Los okupas también pensaron que los 130 metros cuadrados constituyen una superficie amplia como para mantenerla sin uso. Y se lo dieron, solo que no son los dueños. Y lo anunciaron con un cierto aire formal: «Reapertura do local de Cantigas e Agarimos, o día 3 de abril ás 18 horas na Algalia de Riba 11»».

Y, como inauguración que se precia, la celebraron con una asamblea abierta a las 18.30 en la que se debatió la necesidad de crear espacios abiertos, y una «palestra» a las 20.30 impartida por Teresa Moure sobre A rebeldía do corpo, a rebeldía da @. Una cena vegana y una foliada completaron el programa inaugural.

«Un grupo de persoas decidimos reabrir este espazo para enchérmolo de vida e cultura, porque cremos que a cultura non debe permanecer fechada», justifican de esta manera los ocupantes su acción. Pero aparte de las razones culturales, obra en su actitud una voluntad de «protesta contra as elites sociais: políticos corruptos, construtores e grandes empresarios que mandan máis que estes últimos, unha policía que defende a todos e unha «xustiza» que os ampara».

El precedente más cercano es la ocupación (la segunda en poco tiempo, la primera fue en el 2011) de la sala Yago, sin uso desde su cierre, por un grupo de personas el pasado 12 de febrero.