Los más de 112.000 peregrinos de lo que va de año marcan un nuevo récord

cristina m. carou / T.M. SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

XOÁN A. SOLER

Julio ha arrojado las cifras mayores de la historia, salvo el año santo del 2010

04 ago 2013 . Actualizado a las 11:57 h.

Santiago está orgulloso de los 112.073 peregrinos que este año han completado la ruta xacobea. Y no es para menos, ya que las 36.544 personas que han llegado a Compostela durante el mes de julio han supuesto una nueva meta en un año que apunta récords. Y es que, de seguir así, para finales del 2013 se superarán los 200.000 peregrinos, una cifra histórica si exceptuamos la del pasado 2010, durante el cual se recogieron 272.135 compostelas.

Este número también indica que cada vez son más las experiencias vividas en el Camino de Santiago. Experiencias que nunca dejan de enriquecer la senda de los peregrinos. Son momentos como el vivido por los amigos José Manuel González y Andrés Velasco, que llegaron ayer a Compostela tras haber finalizado su viaje en bicicleta desde Francia. Tan cansados llegaron que tardaron minutos en darse cuenta de la enorme pancarta que les daba la bienvenida, tras la cual se ocultaba su familia. Para ellos la ruta fue dura y a la vez muy hermosa. Pero lo mejor resultó ser el «inmejorable» recibimiento, y poder abrazar a sus familiares y compartir con ellos la alegría de la llegada.

Da igual a quién se le pregunte, la respuesta siempre es la misma: lo que más disfrutan los peregrinos del Camino es el compañerismo, la convivencia y los lazos que se crean entre ellos. La ruta xacobea borra fronteras y lima diferencias, convirtiéndose, como señalaba Ainoa Palomo, en «una gran casa donde nos conocemos todos». Ella y su compañero Bernabé Ureba piensan repetir la experiencia para seguir conociendo gente.

Sin embargo no todos los peregrinos inician su viaje acompañados. Son muchos los que salen solos y terminan llegando en grupos de treinta. Fue lo que le ocurrió a José María Melguizo. Más y más compañeros se fueron uniendo a su grupo, y acordaron llegar al Obradoiro todos juntos y compartiendo camiseta. Sobre sus pechos la flecha del Camino, esa que simboliza que nunca hay que dejar de avanzar.

Aunque las amistades que se hacen caminando son importantes, también lo es conocerse a sí mismo. Esto fue lo que aprendieron la estadounidense Alisa Cottrill y la alemana Johanna Liebelt. «En este viaje me he encontrado y aceptado a mí misma, y he podido conocer y comprender a personas de muchas culturas diferentes», dijo una sonriente y satisfecha Alisa.