Los concellos carecen de recursos para proteger a los peregrinos

cristina m. carou / I.C. SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Foto de archivo de peregrinos en el pabellón de Arzúa, donde el domingo hubo un incidente.
Foto de archivo de peregrinos en el pabellón de Arzúa, donde el domingo hubo un incidente. m. moldes< / span>

La Xunta no sufraga seguridad en los edificios públicos donde duermen

16 jul 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

La llegada del verano siempre supone una avalancha de peregrinos en el Camino. Cuando los albergues gestionados por la Xunta llegan al tope de su capacidad, los concellos por los que discurre el Camino habilitan edificaciones públicas para que pasen la noche. En la madrugada del domingo seis vándalos entraron en el polideportivo de Arzúa y comenzaron a insultar y arrojar piedras a los peregrinos que dormían allí, llegando a romper el parabrisas de una furgoneta.

El incidente hace que se cuestione el tipo de medidas de seguridad en estos edificios públicos convertidos en albergues. Al tratarse generalmente de edificaciones de fácil acceso, dichas medidas son escasas. En ningún concello del Camino disponen de personal de seguridad que proteja a los peregrinos, debido mayormente a que es imposible para estos ayuntamientos asumir tales gastos. Los alcaldes coinciden en que, de haber más seguridad, la carga económica debería afrontarla la Xunta.

En Arzúa tienen tres personas contratadas para atender a los peregrinos que se hospedan en el polideportivo, las cuales se marchan sobre las 23.00. El alcalde José Luis García asegura que la propia Lei de Estabilidade aprobada por el Gobierno limita su capacidad para hacer contrataciones. Aclara, además, que lleva tiempo insistiendo sobre este tema a la Xunta, y que todavía no ha recibido respuesta. El Concello de Oroso también está a la espera. Según confirma su alcalde, Manuel Mirás, llevan desde 2008 pendientes de que la Xunta habilite un albergue para poder atender a los peregrinos, pues actualmente «non lles estamos ofrecendo ningún tipo de servizo». En otros ayuntamientos el asunto no les preocupa demasiado. Si bien tampoco cuentan con ayudas de la Xunta, disponen de otras medidas de seguridad más sencillas: pedir documentación a los peregrinos o permitirles cerrar las puertas de los edificios por dentro. Es el caso de O Pino o Ames. Melide, por su parte, habilita una sala del Pazo de Congresos como albergue improvisado. Solo se les permite la entrada a grupos grandes, previo pago y reserva y que vengan documentados. Pero Padrón es el único de los consultados que les proporciona a los peregrinos las llaves del pabellón.

A pesar del reciente incidente, no es habitual que se den este tipo de disturbios en los lugares de descanso de los peregrinos. La cuestión de si son necesarias mayores medidas de seguridad sigue abierta, pero está claro que los concellos no serían capaces de asumir los gastos. Y por ahora la Xunta tampoco está dispuesta a hacerlo.

«A seguridade dos peregrinos é un problema, pero é a Xunta a que debe poñerlle remedio»

José Luis García

«Ao Concello seríalle imposible asumir os gastos en persoal de seguridade»

Ánxeles Vázquez