El retraso en el diagnóstico limita la vida de los enfermos de espondilitis

Bea Abelairas
B. Abelairas BARCELONA / LA VOZ

SOCIEDAD

M.MORALEJO

La enfermedad, que se confunde con lumbalgia, difumina con sigilo las articulaciones

20 jun 2016 . Actualizado a las 07:49 h.

La espondilitis anquilosante es una enfermedad desconocida y silenciosa, a pesar de que aquellos que la padecen pasan dolor durante años y terminan por dejar su trabajo. «Las articulaciones se difuminan y entre las vértebras de la columna crece un trozo de hueso que la une y la convierte en algo rígido», explica la doctora Ana Laiz, a cuya consulta llegan enfermos que llevan años con los mismos síntomas. De hecho, uno de los grandes problemas es que la gente tarda en consultar, porque lo que sienten se confunde con problemas típicos de una vida ocupada.

«Siempre hay una excusa para que esta gente no vaya al médico. Lo habitual es que presenten un dolor lumbar que se asocie a estar demasiado tiempo sentado en la oficina, a una ciática; lo normal es que piensen que ese dolor es de trabajar demasiado. Además, este tipo de enfermos responde muy bien a los antiinflamatorios», explica Laiz, médico adjunto de reumatología del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau y profesora de la Universidad Autónoma de Barcelona, que participó en un encuentro en la ciudad condal organizado por Novartis en el marco del Congreso Nacional de la Sociedad Española de Reumatología.

Artritis psoriásica

La espondilitis está emparentada con la artritis psoriásica, ya que ambas forman parte de las llamadas espondiolartritis. La diferencia radica en que una afecta en especial a la columna (la espondilitis anquilosante) y la otra ataca a otras articulaciones y conlleva brotes de psoriasis. También comparten que sus diagnósticos, que suelen ser tardíos y cuando las lesiones son ya irreversibles.

 

Antonio Casero: «Tuve síntomas desde los 24 años, cuando me diagnosticaron a los 35 tenía la columna rígida»

Antonio Casero (Salamanca, 1960) comenzó a sentir dolor en la zona lumbar a los 24 años. Su caso es el típico que describen los expertos: un hombre de entre 20 y 30 años. Pasó una década de consulta en consulta, primero lo achacaban a esfuerzos en el trabajo, después a ciáticas, hasta que a los 35 le diagnosticaron una enfermedad de la que nunca había oído hablar: espondilitis anquilosante. Ahora tiene 56, la columna completamente rígida y hace años que ha tenido que dejar su puesto en Renfe, pero trata de ayudar a otros enfermos desde la Asociación Viguesa de Espondilíticos de Pontevedra (Avidepo), la única que existe en Galicia y que cuenta con un móvil (678 58 68 65) al que responde él mismo.

-¿Cómo empezó la dolencia?

-Los primeros síntomas fueron sobre los 24 años aproximadamente: tuve dolor desde entonces, cuando me diagnosticaron a los 35 ya tenía la columna rígida. Esos diez años fueron un peregrinaje de unos traumatólogos a otros, un vacío, porque cuando no existe un diagnóstico lo que hay es un gran problema, mayor que cualquier enfermedad. En el momento en el que sabes qué tienes, sientes alivio por malo que sea. Y en este caso más, porque cuando no existe un diagnóstico temprano la enfermedad sigue su curso sin freno... En eso se ha mejorado mucho, los médicos tienen muchos más medios para detectarla antes.

-¿Evolucionaron los síntomas o eran siempre los mismos?

-Empecé con un dolor en la zona lumbar que se confunde mucho con lumbalgias, ciáticas que no se curaban con descanso. De hecho, en la cama el dolor era más intenso. Después pasó a una rigidez en las articulaciones, que es la consecuencia de que los huesos se van como soldando. Sobre todo en las cervicales, que me impedían hacer movimientos de rotación normales, cada vez que intentaba girar la cabeza sentía como si estuviese clavado, por eso se llama anquilosante, porque produce una fijación de las articulaciones. No se debería llegar a estos casos, pero mi columna se fusionó de tal manera que parece una caña de bambú. Eso te limita en la vida en todos los sentidos.

-¿En qué está limitado?

-Hace diez años que tengo la invalidez absoluta, no puedo trabajar, tengo una pensión. Llevo con los nuevos tratamientos biológicos bastantes años y hemos conseguido que la enfermedad se haya frenado, pero los daños que tenía no se han podido corregir.

-Algunos pacientes dicen que tienen efectos secundarios...

-Que yo sepa no existe medicamento que no los tenga, lo que hay que sopesar en la vida es si el riesgo de tomarlos compensa o no compensa. Los tratamientos convencionales tienen unos efectos malignos también importantes a nivel estomacal y de otros órganos. Dentro de lo malo, nunca he tenido ningún problema, lo que sí hay que tener es una serie de pautas y precauciones, porque al influir en el sistema inmune somos una diana mucho más grande para las infecciones. Por eso antes de someterse a uno hay que hacer muchas pruebas.

Nuevas medicinas biológicas que prometen detener la dolencia

Hasta hace unos años estas dolencias se trataban con fármacos clásicos y químicos, casi siempre antinflamatorios. Sin embargo, laboratorios como Novartis presentan soluciones de farmacología biológica, que no curan, pero sobre las que los médicos aseguran que detiene el avance de las lesiones. Algunos pacientes ya toman los denominados anti-TNF, que se han recetado en los últimos 15 años. «No existe fármaco que rehaga el hueso, lo que está soldado, soldado queda, por lo que es importante un diagnóstico precoz», asegura la Ana Laiz, que se declara médico de trinchera y que recuerda que lo más cruel de esta enfermedad es que aparece en el momento más álgido de la vida profesional, «cuando uno se siente con más fuerza para trabajar y hacer más esfuerzos». Además, puede llevar asociadas uveitis (una seria lesión en los ojos).

Novartis da a conocer nuevos datos de los ensayos del Cosentyx, un anticuerpo monoclonal completamente humano, que es el primer y único inhibidor de la IL-17A aprobado por Sanidad en España para el tratamiento de adultos con artritis psoriásica o espondilitis anquilosante, lo que supone una alternativa terapéutica al anti-TNF.

Caro y con efectos secundarios

Al igual que con otras terapias biológicas se trata de un medicamento caro y que baja las defensas de los pacientes, que deben evitar cualquier infección. Aunque los facultativos recuerdan que son más los beneficios que los riesgos. De hecho, en el citado congreso expertos como Ricardo Blanco, del servicio de Reumatología del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla de Santander, y José Luis Pablos, jefe de Reumatología del 12 de Octubre, destacaron que estos nuevos fármacos han demostrado su eficacia al año de iniciar el tratamiento sobre todo si se combinan con una vida sana y ejercicio.