«¡Brrm, brrm... Vamos a todo gas!»

maría cedrón REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

Marcos Míguez

Conocer al piloto Iván Ares fue la mejor terapia para Brais en su lucha contra un tumor

22 abr 2016 . Actualizado a las 12:18 h.

Ya antes de que Brais García viniera al mundo justo hace cuatro años, su padre Ismael empezó a coleccionar coches en miniatura de la serie Nuestros Campeones de Ralies. Cada vehículo lo iba guardando con cuidado en una estantería de su casa de Valdoviño hasta que un día Brais comenzó a cogérselos. Fue Ismael el que introdujo al pequeño en el mundo de los coches. Conoce cada marca, cada escudería, quién corre con qué. Por no hablar de los utilitarios que ve pasar por la carretera. No le resulta ajeno prácticamente ninguno. A veces pregunta las dudas a su padre, otras es él quien lo ilustra.

Quiere ser piloto, como Iván Ares, el subcampeón de España y el hombre que va en cabeza junto su copiloto, el policía nacional lucense Mario Tomé, en el Campeonato Gallego de Automovilismo después de haber ganado este mes el Ralie de Noia. Hoy están en la competición del Cocido, en Lalín.

«Levábao conmigo velos dende pequeño porque gustábame que lle gustaran os ralies, máis non pensei que fora ser tanto», dice el padre mirando a su hijo. Pero hace unos meses Brais tuvo que dejar de acompañarle. Al pequeño le diagnosticaron un tumor que no le dejaba mover bien una de sus piernas. Ahora su batalla es esa. Y lo está logrando. Su pierna ya se mueve mucho mejor.

El miércoles sus padres le dieron una sorpresa. Y es que su abuela paterna Yolanda escribió al Facebook de Iván pidiéndole que le ayudara a cumplir el sueño de su nieto, un fan.

El anhelo no era complicado. Porque a Brais lo que le gustaría es conocer a su gran ídolo. Ni un minuto dudó el piloto de Cambre en convertir el pequeño sueño de un niño de cuatro años en realidad. No solo fue a ver al pequeño, lo llevó al origen de todo, su casa familiar, lo subió en su Porche GT3 del 2010 y le propuso ser miembro del equipo. Brais es, desde el miércoles, uno más del Ares Racing. «De momento, puedes estar con los mecánicos, luego cuando mejores puedes coger ya el volante y un día que te deje tu padre va una prueba», le invitó. El pequeño no dijo que no. De momento, tiene la camiseta y la sudadera.

Las dos horas que pasó el miércoles en el hangar donde Iván guarda sus coches en Andeiro, la casa natal del piloto en Cambre, y en la nave donde está el kartcross fueron para Brais la mejor terapia para acabar con el bicho. Bastó con verle la cara, con escucharle imitar el sonido de los motores quemando rueda: «Brrm, brrm, brrm, brrm... ¡Vamos a todo gas!».

Todo un experto

Brais llegó con su padre, su madre Berta y sus abuelos. Bajó del coche y no tenía palabras. La emoción lo dejó mudo. «Normalmente fala moito porque é como un homiño, pero está cortado», comentó su abuela. Pero la timidez no le duró mucho. Fue un momento solo. Poco a poco fue haciéndose con el volante, buscando las marchas... Tuvo incluso la suerte de que Iván subiera al Porche como copiloto. Con el vehículo parado, claro. No hacía falta ninguna explicación. Brais es un experto.

El favorito

Pero no solo probó el Porche, también el Mitsubishi del padre de Iván, Santiago Ares, que hace autocross. «Justo es de color amarillo como el de Alberto Meira», comenta el pequeño mirando al padre.

Aunque para el piloto de Cambre lo de ponerse al volante es algo que le viene de casta. «Nacimos nos circuitos de autocross (la disciplina en la que corre su padre)», los conocimientos de automovilismo de este chaval de cuatro años le sorprenden. «¡Mira tiene un volante OMP!», exclamó nada más subirse al Porche. Y qué se llevaría el pequeño para casa. ¿El Porche? ¿El coche de autocross? ¿El kartcross? «Los tres», dice. Lo que más le gustó: el kartcross. Fue una tarde genial. Habrá más. Porque como le espetó al piloto al irse: «¡Iván, nos vemos en las carreras!».

MARCOS MÍGUEZ

Un pequeño piloto que juega en casa a cambiar de marcha con la espumadera

-«¿Acórdas o Peugeot vello que había na casa?»

-«Claro, papá», dice Brais desde el interior del kartcross de Iván.

En aquel viejo coche que su padre guardaba en el jardín empezó a jugar a los coches. No importa cómo sea el vehículo, le gustan todos. Cuando no hay oportunidad de ir en uno de verdad le basta el sofá de casa. No para ni un solo momento. Es lo que hace Brais cuando practica en casa. La palanca de cambio, la espumadera. El volante, uno de juguete. Las llaves para el contacto, unas cualquiera.

Por eso el miércoles disfrutó tanto. ¿Dónde está el ventilador? ¿Para qué es este botón? ¿Cómo se llama esto? No quería perder la oportunidad de profundizar en su máster de automovilismo. No daba abasto observando aquí y allá.

Porque la timidez del principio desapareció pronto. Le bastó subirse a los coches, coger confianza.