Azul y rosa

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre EL TONEL DE DIÓGENES

OPINIÓN

30 ago 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

El progreso de la farmacología ha sido tan espectacular que ha derivado en la fantasía de que todo se puede arreglar con una pastilla. El afán por conseguir remedio para todo a base de píldoras ha logrado aumentar por décadas nuestra expectativa de vida y también ha potenciado una farmacología cosmética que, aunque no cura nada, alivia algunas molestias del vivir.

En lo tocante a la psicofarmacología -disciplina muy reciente-, cada pocos años surge un nuevo producto que promete la felicidad. Pasó hace cuarenta años con el primer fármaco contra la ansiedad, el diazepán; siguió con el prozac hace veinte y ahora aparece la flibanserina o viagra femenina, presentada como remedio para una nueva entidad clínica sacada de la chistera llamada trastorno del deseo sexual hipoactivo (TDSH) -el «estoy que no recibo ni tengo el horno para bollos» de toda la vida-, que se llame como se llame tiene su parte dramática a la hora de poder llevar una vida sexual satisfactoria. Es normal que se abran expectativas, pero conviene tener sentido común.

En primer lugar, la viagra femenina se presenta como algo homólogo a la masculina, cuando no tienen nada que ver. La viagra en el varón alivia el quiero y no puedo, pero en la mujer no existe el no puedo sino solo el no quiero, y eso generalmente no es una cuestión de neurotransmisores exclusivamente.

En segundo lugar, la viagra femenina no es más que un mal antidepresivo que la industria ha sabido reciclar bajo una segunda indicación, como es el llamado TDSH. La viagra masculina salió hace una década y se descubrió por azar -como casi todas las cosas importantes- al resultar un mal remedio para la hipertensión pulmonar, igual que pasó con tantos y tantos otros medicamentos que, con el coste que supone elaborarlos, no permite desecharlos si no cumplen las expectativas para las que fueron investigados y se le buscan -cuando no se le crean- otras alternativas.

En la pedagogía sexual se habla sobre todo de anatomía y fisiología, cuando la sexualidad humana es mucho más compleja, sobre todo en la mujer.

La pastilla azul masculina ha prolongado la actividad sexual del varón sin otro límite que alguna patología concomitante, pero lo hace subsanando una simple cuestión mecánica. La mal llamada viagra femenina o pastilla rosa pretende estimular el deseo, cuando este es un asunto que tiene que ver tanto con cuestiones orgánicas como mentales.

Podemos hacer que el coche ande más rectificando el motor, pero el cuándo, el hacia dónde o el con quién es una cuestión del conductor, no de la mecánica.

Prudencia y ojo con las expectativas rosas. No son inocuas.