Médicos australianos conectan el primer páncreas artificial a un niño de cuatro años

SOCIEDAD

Xavier sostiene la bomba junto a su madre Naomi (izquierda), su padre Shaun y la enfemera Annette Hart.
Xavier sostiene la bomba junto a su madre Naomi (izquierda), su padre Shaun y la enfemera Annette Hart.

El nuevo mecanismo servirá para mejorar la vida de los diabéticos de todas las edades

22 ene 2015 . Actualizado a las 22:14 h.

Un niño australiano de cuatro años es la primera persona a la que se le ha colocado una bomba de insulina de última generación, que se diferencia de las que hay en el mercado en que además de avisar de una inminente hipoglucemia, predice cuáles serán los niveles de glucosa de la siguiente media hora. Es un hito hacia la consecución, todavía muy lejana, de un páncreas artificial, y Galicia estará a la vanguardia de este proceso, ya que en menos de un mes el Chuac recibirá cinco de estas bombas para aplicar en diferentes pacientes a modo de prueba. La comercialización de los aparatos no comenzará hasta el mes de mayo.

Xavier Hames vive en Perth, en la costa occidental de Australia y a sus cuatro años ya sabe lo que es vivir pendiente de los niveles de insulina. Según explicó su madre, Naomi Hames, «no puedes parar a un niño cuando quiere más espaguetis o cuando asiste a un cumpleaños», por eso era un candidato perfecto para una bomba que le administrase la insulina siguiendo una pauta preestablecida. La ventaja del modelo que lleva Xavier es doble: por una parte, incluye un sensor que mide constantemente los niveles de glucosa, y así cuando su azúcar baja mucho, avisa de una posible hipoglucemia, algo que ya hacía el modelo inmediatamente anterior de bomba; la gran novedad es que el sistema incluye un algoritmo que calcula lo que va a pasar en los próximos treinta minutos, y si en el intermedio se recuperan los niveles, la máquina vuelve a corregir la deriva e inyecta insulina para estabilizar a Xavier. Esto es muy importante, porque los pacientes que sufren muchas hipoglucemias acaban perdiendo la capacidad de reacción previa, su cuerpo no se defiende contra el bajón de glucosa y ni siquiera los avisa. Si con estas bombas se evitan los episodios, es más fácil que el paciente mantenga ese mecanismo de protección natural.

Teresa Martínez, jefa de Endocrinología del Chuac, explicó que esta bomba de insulina es el último modelo y todavía no ha salido al mercado. Y anunció que el Chuac dispondrá en unos días de cinco de estos sistemas, fabricados y cedidos por Medtronic: «La primera semana de febrero tenemos un curso en el departamento para saber manejar estas bombas».

La idea de Martínez es probar su eficacia en pacientes de diferente perfil: un niño pequeño, un adolescente y tres adultos de distinto tipo, todos con riesgo de hipoglucemias. Actualmente, el departamento dispone de varias de las bombas de la generación anterior, y Martínez espera que el Sergas, tras probar su indiscutible eficacia, financie la dotación de las mismas a los pacientes más inestables.

En cuanto al nombre que se da a estas bombas, de «páncreas artificial», Martínez teme que generen una esperanza todavía muy lejana. Sin embargo, la agencia que regula los medicamentos en Estados Unidos, la FDA, las llama así, y de ahí la confusión.