Tecnología, ¿sí o no?

Javier Becerra / M. Rey A CORUÑA / LA VOZ

SOCIEDAD

Dos gallegos revelan su propia experiencia en relación con Internet, los móviles y las nuevas formas de comunicación

19 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El número de «smartphones» se dispara en Galicia. El 71 % de los gallegos ya dispone de conexión a Internet a través de uno de estos dispositivos, lo que equivale a 1.945.000 personas. El Instituto Nacional de Estadística establece que el porcentaje de viviendas con teléfono móvil es del 96,8 %. Pero hay diferentes formas de enfrentarse a la implantación de esta nueva tecnología. Dos gallegos revelan su propia experiencia en relación con Internet, los móviles y las nuevas formas de comunicación

ANA GARCIA

Abel Blanco Muñoz. Sin ordenador, Facebook ni Whatsapp: «Estou máis en conexión comigo mesmo, e perdo moito menos o tempo»

Mientras mucha gente de su edad mata el tiempo deslizando el pulgar por la pantalla de sus teléfonos de forma automática, a la caza del penúltimo fenómeno viral, Abel Blanco Muñoz (Corme, 1990), prefiere leer con calma a Herman Hesse, Franz Kafka o Henry David Thoreau. Acaba de terminar Desobediencia civil y ya tiene encargado Walden. La afición por la literatura ya le viene de antes, pero hace unos meses decidió romper con la mayor parte de las nuevas tecnologías y dedicar más tiempo a los libros. «Acabeime aburrindo de ter mensaxes continuamente no móbil. Escribíase moito pero case non se dicía nada importante», cuenta. Desinstaló el WhatsApp y dejó de entrar en Facebook. No se conecta desde hace varios meses y, aunque mantiene su perfil, este está inactivo. «Antes subía música, poñía textos, algunha foto cos amigos... Pero tamén me cansei», reconoce.

Aún no ha llegado al nivel de la vida contemplativa de Thoreau en el lago Walden, pero sí que vive gran parte de su tiempo alejado de la red. «Escoito algunha música en YouTube e leo algún textos, pero nada máis». Escucha «de todo, jazz, rap, reggae, nu-metal, rock...». Sus grupos preferidos son Pearl Jam, Nirvana, Los Suaves y Triana, «os The Doors españois», apunta. Para estar al tanto de la actualidad, algún informativo: «Vexo o telexornal co meu avó».

Sin embargo, la afición que copa gran parte de su tiempo es la pesca. Desde pequeño recorre la costa de Corme en busca de lubinas, centollas y otras especies, tanto desde las rocas, con la caña, como desde una lancha, con sus amigos. Ha estudiado los ciclos medios de pesca y transporte marítimo y de máquinas marinas. Ahora mismo está en el paro, aunque está a la espera de obtener el permiso para recoger percebe en uno de los lugares donde este marisco es más preciado.

Lo que para muchos sería una pérdida de tiempo, pasando horas y horas pescando o, simplemente, sentado frente al mar, para Abel es un placer. «Estou máis en conexión comigo mesmo e aproveitas moito mellor o tempo», dice.

Con sus amigos no hay problema. «Ás veces eles están co Facebook ou co Candy Crush e eu con música; cada un ao seu, aínda que tamén falamos moito», dice. Sí que le preocupa, sin embargo, la dependencia que muestran los más jóvenes. «Ves aos rapaces, cada un co seu teléfono, e apenas falan. Non se crean vínculos fortes nin se xera esa confianza que temos nós cos amigos. É un problema serio, e é unha pena», valora.

PACO RODRÍGUEZ

Sindo Novoa. Informático: «Ahora están tu familia, tus amigos y también tus conocidos virtuales»

A Sindo Novoa lo de las redes sociales le viene un poco de serie. Informático de profesión, dentro de este mundillo se autodefine, ante todo, como tuitero. Su cuenta (@SindoNovoa) se mueve constantemente y forma parte de ese elenco de 20 o 30 personajes virtuales que componen la lista básica de la ciudad de A Coruña. «Por un lado, me aporta información de lo que está pasando en la ciudad en tiempo real. Por otra, me permite mostrar las fotografías que yo hago», resume. Y, conforme a ello, se generan un montón de interacciones que conforman una suerte de moderna comunidad. «Es que está tu familia, tus amigos y ahora también tus conocidos virtuales. Es otro tipo de relación», explica.

Cada mañana el ritual se repite. «Una vez que ya tengo vestidos a los niños y me pongo a desayunar, cojo el móvil y veo las notificaciones y comentarios del día anterior», explica. Y, luego, durante el día, aprovecha los descansos del trabajo y el tiempo libre para ver cómo anda el mundo desde su smartphone: «El jueves, por ejemplo, iba a bajar al centro y vi que en el Twitter de Eloy Tp y Silcerino [otros dos conocidos tuiteros locales] que había una manifestación y que estaba cortada una calle. En vez de ir por un lado fui por otro y me evité todo el atasco».

Esa pandilla funciona con tuits y retuits, en lugar de cañas o cafés. «Depende», puntualiza Sindo. «Precisamente por eso, el año pasado hicimos la quedada tuitera. Algunos ya nos habíamos juntado antes para conocernos, pero esa vez lo abrimos a todos para estar un rato juntos y ponernos cara». Los más allegados y con los que más confianza hay entran en grupos de WhatsApp privados. «Debo tener como 15 o 20, pero los silencio y los miro al final del día, porque si no me vuelvo loco», se ríe.

Reglas para no pasarse

A Sindo nunca le ha creado problemas su constante conexión virtual. «Puedo estar dos o tres horas sin mirar Twitter o Facebook sin que pase nada», indica. «Todo en su justa medida. Si te obsesionas te puedes escapar. Estás limitado a veces por los datos. Empiezan a ampliar gigas y eres consciente de lo que usas».

La clave es tener las cosas claras. «La familia es mucho más importante que lo virtual. En las comidas y las cenas el móvil nunca está sobre la mesa», señala. «Hay que ponerse normas para que algo tan bueno como esto no se convierta en un problema». ¿Y un mundo sin Twitter? «Sería muy difícil. A mí me quedaría un hueco muy grande por llenar».