El petardo al que las redes sociales convirtieron en un tiroteo con víctimas

s. g. VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

15 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Un teléfono móvil, una imagen que se preste a diferentes interpretaciones pero indudablemente poderosa y el hervidero constante de las redes sociales, siempre ávidas de contenidos, veraces o no, son suficientes para generar un verdadero estado de alarma en pocos minutos. Lo demostró sobradamente la confusa información que ayer se difundió de forma inmediata, ya no de boca en boca, sino de aparato en aparato, en cuanto el individuo que asaltó el bar de García Caamaño a base de petardos fue derribado de un puñetazo a unos metros de la plaza de España.

Hoy, cada bolsillo es la guarida de una cámara y en cada viandante habita un fotógrafo deseoso de utilizarla a la primera ocasión que se le presente. Algo como lo ocurrido ayer ya jamás caerá en saco roto a poco que haya un móvil a mano. En la imagen que alguien captó se observa a un hombre tendido en el suelo, en plena calzada, descamisado, rendido, rodeado de tres o cuatro personas. La circulación de los automóviles se adivina detenida. El público, no mucho más allá, asiste a la escena con gesto de conmoción. Esta es la fotografía que, en cuestión de segundos, saltó de WhatsApp en WhatsApp. A falta de mayor información, lo único que había trascendido a mediodía eran los gritos proferidos en el bar, «disparos, disparos». No es extraño que en un chat surgiese a las primeras de cambio el siguiente mensaje: «Tiroteo en la calle del Alaska, delante de la iglesia, calle cortada». Ni que, un par de horas más tarde, la misma idea fuese recogida por un servicio de emergencias: «Nos dicen que hubo un tiroteo al lado de la iglesia, un fallecido». La magia de las redes convirtió los petardazos en una ensalada de tiros.