De regalo de cumple, vuelve papá

m. cheda SANTIAGO / LA VOZ

VILABOA

Llegada de la Brilat a Lavacolla
Llegada de la Brilat a Lavacolla Álvaro Ballesteros

Regresan a Galicia tras cuatro meses en Afganistán 90 miembros de la Brilat, entre ellos un curtido cabo primero que llegó para el decimoctavo aniversario de su hija

20 mar 2020 . Actualizado a las 13:40 h.

Se llama Paula Pérez, vive en Vilaboa (Pontevedra) y esta medianoche se ha hecho mayor de edad. Recién nacida, en la primavera de 1997, su madre llorosa la sostenía en brazos mientras decía adiós a un avión que se perdió a lo lejos sobre la pista de Lavacolla, en Santiago. La una apenada, la otra aún inconsciente, ambas despedían al entonces soldado José Manuel Pérez Gómez, marido y padre. Integrado en la Brigada de Infantería Ligera Aerotransportable (Brilat), bajo mando de la OTAN, se marchaba a Bosnia a trabajar por la paz después de la guerra. Aquella escena, las dos hechas una sin él, fue foto de portada.

Ayer ellas regresaron al lugar de los hechos. El mismo aeropuerto, la rutina al revés. En esta ocasión las lágrimas no se le escaparon a la madre, sino a la hija. Emocionada, rompió en llanto a las 15.44 horas, justo cuando tomó tierra en Compostela un Air Europa muy especial. Viajaba a bordo su progenitor, ya cabo primero, que esta vez venía, no se iba. Regresaba de Afganistán, de participar en su séptima misión internacional. «Este es el mejor regalo de cumpleaños que podía tener», explicaba la chica sollozante. Luego el militar descendió la escalerilla, avanzó alegre un puñado de metros, cruzó la valla de seguridad y ella corrió a buscar amor entre su pecho. 18 años más tarde, la escena es hoy foto de contraportada.

José Manuel, el del abrazo, tiene el Caribe en los ojos. De mirada tan azul cristalina como segura, lleva 27 de sus 46 años en el Ejército. Narra sereno a qué ha dedicado los últimos cuatro meses en la cuna de los talibanes: «Con calma tensa, básicamente, lo que hacíamos allí era proteger la base y el aeropuerto [de Herat]». Es un tipo cabal, no un héroe alocado. «El miedo en zonas así -confiesa- es importante tenerlo siempre, te mantiene en alerta permanente». Curtido en todo, no obstante, reconoce: «Iré al próximo sitio que nos manden, claro. Pero fuera sí se echa de menos a la familia, cuesta dejarla atrás...».

Historias parecidas a la suya, de reencuentro y ojos vidriosos, ayer en Lavacolla había 90. Tantas como miembros de la Brilat volvieron volando de Afganistán, de donde el miércoles próximo retornarán los 115 integrantes de la brigada gallega que aún permanecen sobre el terreno.

Historias como la de Javi Pérez Pérez, un chaval a quien aguardaban a pie de pista su novia, tres familiares, una enorme pancarta de bienvenida, ocho globos con la leyenda «I love you» y un chihuahua vestido con la bandera de España. O como la de Jessica Delgado, primeriza en estas lides, que se trajo en el macuto «un reto personal superado». O como la de David Londoño, que intentaba recuperar a besos todo el tiempo perdido con su bebé de siete meses. O como la peculiar de Ariadna Pardo, una chica que se iría de nuevo a Herat «ahora mismo». ¿Y la familia? «Un beso y chao».

Historias de la Brilat, donde el hola y el adiós a veces se funden.