Antonio Martínez: «Traballei en todas as minas, desde chaval»

Marcos Gago Otero
marcos gago SANXENXO / LA VOZ

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CAPOTILLO

Vecinos de más de 80 años rememoran los años dorados de la minería y su importancia en Aios

12 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Antonio Martínez, de 83 años, es uno de los veteranos mineros de Aios y que, además, trabajó para las dos compañías en sus años más jóvenes. «Traballei en todas as minas cantas había en Aios, desde chavaliño. Empecei aos 18 anos, daquela non había traballo aquí e a xente viña de todas as partes, ata recordo un home en bicicleta desde Sisán [Ribadumia]». Sus principios en esta industria fueron en Boliche y recuerda la dureza del trabajo bajo la tierra. «Traballaba moita xente nas galerías da mina, que ten uns 50 metros de fondo, era cadrada, e tiña un ascensor».

Este vecino de Aios se ocupaba de ayudar en lo que le mandaban, principalmente en la superficie, trayendo herramientas y otras pequeñas tareas, porque a su edad no tenía una formación cualificada También tenía que bajar a los túneles cuando le mandaban hacer recados. «Eu facía o que me mandaban, ‘vaite abaixo’ e alá ía, eu andaba máis por riba, entregando as cousas que me dicía o capataz». Este vecino habla con respeto de sus paisanos que sí desempeñaban la jornada laboral en las entrañas de la tierra. «Abaixo vías a eses homiños, apuntalando as galerías con madeira, que non lle sacaban nin a tona aos pinos, e alí os recordo traballando, movendo as vagonetas con raíles por debaixo da terra, as basculaban diante do ascensor e tiraban delas outra vez».

Antonio trabajó doce años en las minas. Recuerda cómo se separaba el material de los desechos. «Había máquinas para picar, o wolfram viña no medio da mica, como unhas escamiñas que había nas pedras, e iso mandábase as máquinas, que o muían todo e logo ía aos lavadoiros», relata. «O wolfram como pesaba tanto quedaba atrás ao lavarse e o resto íase todo», describe.

José Luis Torres, de 83 años, también entró joven a trabajar en esta industria. Con unos 17 años, acompañaba a su padre en la mina de Montalvo. Él se quedaba arriba, mientras su padre, Casimiro, que era carpintero, bajaba a las galerías. «Eu traballei ao aire libre, meu pai si que ía dentro porque era o que levaba a madeira para que non caira o túnel». Su paso por la minería fue breve, solo dos años. Entró y salió con su padre en esa empresa.

Josefina Camiña, a sus 95 años, es una de las mujeres de mayor edad de Aios. Era la mujer de Adolfo Domínguez, el dueño de la taberna por donde pasaban muchos de los trabajadores de la mina Boliche. Ella recuerda a Cipriano Fernández, uno de los responsables de que la actividad minera discurriese con normalidad. Lo define como «un home bo». Señala que venía gente a estas empresas de todas las parroquias de alrededor porque era lo que había para ganar un jornal. De otros beneficios de la minería destaca que fue clave para que la luz llegase a Aios.

Camiña también menciona otro detalle curioso. Hubo incluso un cuartel de la Guardia Civil para vigilar las minas y evitar el contrabando, «porque había xente que ía roubar de noite e despois venderíano por aí», manifiesta.

«Moita xente veu gañar a peseta co traballo da mina»

Aparición Seijo, de 79 años, no trabajó en las minas, pero sus recuerdos de niñez son claros aún. Había muchas mujeres: «Na nosa eira había a boca dunha mina», relata. «As mulleriñas traían unha tarteira coa súa comida e eu as levaba á cociña de ferro da miña avoa para quentalas». El trabajo femenino en la minería se limitaba a la superficie, a acarretar y lavar el material. No era una tarea sin riesgos. Carmen Vázquez, de 80 años, estuvo año y medio en este cometido hasta que un accidente la dejó, a los 18 años, sin dos dedos de la mano izquierda cuando cargando un camión se le cerró la tapa encima. En toda su historia, en las minas solo hubo un accidente mortal, Antonio Prieto, de 21 años.