Las plazas de amarre que el viento de la crisis dejó vacías

carmen garcía de burgos PONTEVEDRA / LA VOZ

SANXENXO

ramón leiro

En el norte de la ría solo Sanxenxo y Portonovo están casi llenos, y en el sur hay pocos sitios, y están todos ocupados

25 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El auge de los puertos deportivos llegó hace cerca de una década, cuando comenzaba a resultaba difícil encontrar una plaza de amarre libre, y los puertos pesqueros empezaban a demandar instalaciones de recreo a medida. La crisis empezaba a asomar la patita por debajo de las puertas que dan acceso a los pantalanes náuticos, advirtiendo de que, si las cosas no cambiaban, pronto empezarían a vaciarse. La recesión, como siempre, tenía razón, y los propietarios fueron vendiendo o abandonando sus barcos. La demanda cayó en picado, y desde entonces su recuperación ha sido lenta pero progresiva hasta llegar a los niveles actuales. En ellos, se encuentran dos realidades diferentes pero compatibles. Por una parte, los huecos que destacan como pequeñas calvas en los pantalanes de los puertos deportivos de referencia en la ría. Por el otro, la escasez de plazas en la mitad sur por diferentes motivos

El más afectado por esta fuga de inquilinos fue el de Combarro, una rada que se presentaba como la solución perfecta para los amantes de la náutica a medio camino entre la capital de la provincia y la masificación turística de Sanxenxo. De sus 334 plazas, 62 siguen sin ocupar.

Portonovo y Sanxenxo son los que mejor aguantan el tirón gracias a su privilegiada situación, hasta el punto de permitirse el lujo, en el caso de este último, de construir un nuevo pantalán con otras 60 plazas con la idea de que sean gestionadas por el propio Real Club Náutico de Sanxenxo -el resto son de la empresa municipal Nauta-. Una demanda interpuesta por una plataforma ciudadana, que ha llevado a los tribunales su legalidad, es la que impide que la ocupación alcance siquiera la mitad de la oferta.

Irregular y peculiar

Desde Combarro hacia abajo la situación es dispar y peculiar. El primero que se encuentra camino de O Morrazo es el de Pontevedra, aquejado de una exposición excesiva a las mareas, que cuando son vivas dejan en dique seco al primer pantalán, el segundo más grande de los que gestiona el Club Naval de la ciudad. De ahí que sea difícil alquilar sus plazas hasta que se logre un dique de abrigo para proteger las embarcaciones, que también tienen un exceso de altura de hasta 12 metros para poder sortear el puente de A Barca.

El de Marín, gestionado por la Autoridad Portuaria, apenas cuenta con 125 plazas, que están completas y con una lista de espera de otras 40; es decir, unos dos años. El de Aguete es casi inexistente: solo funciona en verano y está reservado a socios del club náutico. Está, claro, también lleno. Igual que las 113 plazas del de Bueu, destinadas a marineros jubilados de la zona. El de Beluso, con 65 huecos, tiene el mismo problema.