El historiador que desgrana Sanxenxo desde hace seis años

C. Pereiro SANXENXO / LA VOZ

SANXENXO

CARLOS PEREIRO

Apasionado y con alma de estudioso, aunque nació en Lugo, ya ha publicado tres trabajos sobre el entorno histórico del municipio

20 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Pasear con José Manuel Abel es como estar en un aula al aire libre. Por cada metro recorrido a su lado, uno saca un nuevo dato sobre la historia de Sanxenxo. Su tono amable hipnotiza, y la playa de Silgar se queda corta. Ni siquiera el café dura lo suficiente. Parecería que José Manuel lleva toda la vida en este municipio, pero nada más lejos de la realidad, el concello sanxenxino lo acogió hace apenas seis años. En ese tiempo, ha devorado y engullido casi toda la documentación histórica que hay sobre la zona, y no conforme con eso, ha ampliado por su cuenta la existente.

José Manuel es lugués y, hace tiempo, su estancia en la villa costera quedaba reducida al mero turismo, como el de tantos otros. Portonovo se convirtió en el lugar de trabajo de su mujer y así, hizo de Sanxenxo su residencia. «¿Sabes? Yo siempre pensé que este lugar tenía mucho más de lo que se ve o vende. Igual a mucha gente no le parece interesante, pero a mí la historia y el patrimonio, de cualquier lugar, siempre me atrajeron más que nada», confiesa. «En Sanxenxo hay más restos patrimoniales de lo que la gente cree, y eso que durante los últimos cien años parece que han tratado de enterrarlos o ocultarlos. Hasta los estudios sobre la zona me parecían muy superficiales, copiados unos de otros. Me dije que quizás yo pudiera hacer algo».

José Manuel tiene 54 años y está en el paro. Durante años trabajó como topógrafo, una profesión a la que le cogió el gustillo por aquello de crear y trabajar con mapas. Lo de la pasión por la historia ya le venía de antes. Con 14 años realiza su primer estudio, claro que no lo publicó hasta tiempo después. En su afán por escrutar Sanxenxo contacta con el párroco local que le ofrece indagar en la documentación que el anterior cura, Don Ramón, había guardado. «Cuando vi todo aquello dije: ¡la leche!», ríe. «No esperaba encontrar tanto. No es que ahí esté todo lo relativo al municipio, pero sí que me abría caminos a otros archivos como al Histórico Nacional, del Reino de Galicia o privados».

El lugués comenzaba en ese momento a empaparse de la historia sanxenxina, y tras recorrer un camino de folios, archivos y codos sobre la mesa, publica tres trabajos. Uno sobre la propia iglesia de la villa, otro sobre la parroquia de Nantes y otro sobre el priorato de San Amaro de Arra. «Tengo otro pendiente, aunque aún no sé muy bien cómo será. Es más ambicioso. Se trataría de un libro de pazos y linaje, heráldica y genealogía; sobre todo del concello de Sanxenxo. Habrá que ir viéndolo».

La anécdota también figura dentro de la vida de José Manuel, concretamente en su familia, y es que el historiador aficionado también se ha dedicado a estudiar su propio pasado. El confesor de Catalina de Aragón, reina de Inglaterra entre el 1509 y el 1533, es uno de sus ancestros. «Conocer la historia familiar siempre es una aventura. Al parecer, la rama de los Abel, mi primer apellido, viene de Sebastián de Abel. Era un inglés que llegó a Lugo alrededor del 1.600 huyendo de los problemas religiosos de la época en el país anglosajón. Tirando del hilo pues acabas llegando hasta ese encuentro con la realeza, de la mano del beato Tomás Abell», cuenta. A veces José Manuel se para y piensa, luego retoma la conversación. Ríe. Es una auténtica enciclopedia, aunque a través de un tono digno de profesor, de maestro.

«Lo bonito de estudiar la historia son las corazonadas. Uno aprende a educarlas, y a identificar cuando sabes que has encontrado algo. Esa corazonada, ese momento en el que sabes que has leído o visto algo que aún no se conoce... La mayoría de las veces son ciertas. Es un instinto que acabas generando», comenta el lugués.

A este historiador aficionado le pesa que la cultura no se valore como antaño. Dice que se ha convertido en un tema banal, de poco valor en general, pero que continuará esperando a que algún día cambien las tornas. «La gente quiere inmediatez. Todo el mundo necesita ir rápido y la producción también tiene que hacerse así, y en los estudios históricos o de patrimonio eso no funciona. Hay que tener paciencia. Yo reconozco que es ahora, en paro, cuando puedo dedicarle el tiempo que necesito».

En la calle, José Manuel señala con el dedo y describe cómo eran los edificios antaño. Ve un portal abierto y avanza hacia él. «Hemos tenido suerte. En este rellano guardan el escudo de la antigua casa que aquí había». Poco patrimonio sanxenxino desconoce.