La excavación de A Lanzada se inicia en junio y duplicará el área investigada

Marcos Gago Otero
marcos gago SANXENXO / LA VOZ

SANXENXO

La campaña del próximo verano dará continuidad a la realizada en el 2010, que transformó la visión que se tenía del yacimiento.
La campaña del próximo verano dará continuidad a la realizada en el 2010, que transformó la visión que se tenía del yacimiento. ramón leiro

Los trabajos profundizarán en el comercio internacional con el Mediterráneo

19 abr 2016 . Actualizado a las 05:05 h.

A Lanzada ha ido poco a poco ganándose un lugar privilegiado en la investigación científica sobre los primeros gallegos, quiénes eran, cómo vivían y cómo ya comerciaban más allá de la Península Ibérica en tiempos cuando Roma todavía era un poder incipiente y lejano. Excavaciones como la realizada en el 2010 dieron un vuelco a todo lo que se sabía o suponía sobre el antiguo yacimiento sanxenxino situado en el acceso a la hoy muchísimo más famosa ermita.

En la actualidad, A Lanzada se codea como una igual -ya no más como una hermana pequeña- con otros lugares emblemáticos como los castros costeros del Tegra (A Guarda) y Baroña (Porto do Son). A partir del próximo verano, su importancia podría multiplicarse aún más. Un equipo de arqueólogos, armados de palas, cepillos y carretillas, volverán seis años después al yacimiento más famoso de Sanxenxo. Esta mañana está prevista la firma del convenio entre la Diputación -que aporta el dinero tras un acuerdo con Fomento para la inversión del 1 % cultural y los científicos- y los comuneros -que autorizan la excavación del histórico monte-.

La previsión es que en la tercera semana de junio la piqueta vuelva a romper el suelo y saque a la luz del día los secretos de hace dos mil años. ¿Qué aparecerá? Nadie se atreve a decirlo, ni a augurarlo. La arqueología es una ciencia llena de sorpresas.

El programa de trabajo prevé que se actúe en una franja en forma de ele, que rodeará el actual yacimiento en el lateral que mira hacia la playa de Foxos y el costado que se encuentra junto al párking de los autobuses, según los comuneros de Noalla. Es decir, si el tiempo acompaña y se cumple lo programado, cuando se paren los trabajos, la zona excavada del yacimiento será cerca el doble de la que está a la vista.

No solo será una gran oportunidad para que los científicos puedan examinar un área virgen para la arqueología del histórico recinto, sino que también será un atractivo más para el turismo. Y es que a una distancia de tiro de piedra del acceso a la ermita, miles de personas de toda España aprovecharán cada día del verano para zambullirse en el Atlántico y disfrutar de sus aguas.

Nada indica que en A Lanzada vayan a aparecer tesoros, ni edificios de mármol. No hay cámaras ocultas como en la griega Micenas, ni tumbas llenas de metales nobles como en el caso de Tutankamón. En este sentido, el arenal sanxenxino es mucho más modesto, pero no por eso menos fascinante para la historia de Galicia. Bajo las capas de tierra acumulada por el paso de los siglos, se preservan los restos de la vida de una sociedad que en un tiempo latió en todo su esplendor.

Aunque no sepamos el nombre con que la llamaban sus primeros habitantes, por saber no sabemos ni siquiera qué idioma hablaban, A Lanzada no es un castro cualquiera. No es un pequeño poblado de casas de piedra con techos de paja al lado del mar. Esa era la noción que la comunidad científica tenía sobre este yacimiento hasta las excavaciones de principios de este siglo lo cambiaron todo.

Siglos de ocupación humana

Cuando las palas empezaron a romper el suelo surgieron estructuras de piedra, cimientos de antiguos edificios y almacenes, que dieron al traste con todo lo que se creía saber sobre el pasado más remoto de O Salnés. Muy lejos de ser un lugar remoto, una especie de Lejano Oeste desde al menos la Edad de Hierro A Lanzada adoptó el carácter de un centro comercial marítimo de primer orden en la costa atlántica con el Mediterráneo.

En su valoración sobre por qué se incluyó a en la lista de castros a excavar en el plan provincial, el arqueólogo jefe de la Diputación, Rafael Rodríguez, lo explicaba así en noviembre del año pasado: «A Lanzada es otro yacimiento que hay que visitar sí o sí, porque no es un castro, sino algo más».

Afirmó: «Tuvimos la suerte de comprender que es un asentamiento de la Edad del Hierro, pero también una factoría prerromana. Y encima tenemos una frecuencia ocupacional que va desde el siglo nueve antes de Cristo hasta el quince después de Cristo». Casi nada. Para que se hagan una idea. La actividad comercial internacional en este enclave sanxenxino duró más que el Imperio Romano.