Una disciplina para evadirse y disfrutar

Lorena García Calvo
lorena garcía calvo VIGO / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

cedida

El Squash Ría de Vigo sobrevive a pesar de la falta de instalaciones donde entrenar y jugar en la ciudad

19 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

«En una hora tienes que darlo todo y una vez que se cierra la puerta de la pista te olvidas de tus problemas, de las inquietudes. Solo puedes pensar en eso porque diez segundos descentrado pueden llevarte a medio juego perdido. Te exige lo máximo de ti». Con ese discurso Jacobo Louzao, presidente y entrenador del Ría de Vigo, define lo que le aporta el squash, un deporte que llegó a su vida para quedarse.

Fue en el 2010 cuando el Squash Ría de Vigo dio sus primeros pasos. Un grupo de gente que pertenecía a otro club de la ciudad decidió ponerse en funcionamiento por cuenta propia y lo hizo con Jacobo a la cabeza. «Tengo 40 años y empecé con 16 o así. Comencé asistiendo a unas clases de chavales gratuitas, fui a probar y ya me quedé, es lo típico. El squash es un deporte muy espectacular y atrae», argumenta. Poco a poco se fue involucrando más, fue subcampeón gallego, tuvo notables actuaciones a nivel nacional y en Portugal, y acabó convirtiendo su pasión en un modo de vida. «Me dedico al squash profesionalmente desde hace muchos años. Primero trabajé quince años en la Federación y en Vigo llevo también un montón de años».

La experiencia como jugador le ha ayudado a entender mejor cómo entrenar a sus alumnos. «Haber jugado te ayuda muchísimo porque la competición no tiene nada que ver. Son peleas constantes contra otros jugadores, un cara a cara», desgrana Jacobo, para el que el apartado psicológico puede contar incluso más que el físico. «Depende del jugador, pero el aspecto mental puede suponer el 60 % o incluso el 70 % de un partido».

En el Squash Ría de Vigo Jacobo entrena con gente de todas las edades y sabe muy bien cuál es la hoja de ruta con los más pequeños. «Lo primero es intentar que se lo pasen bien en la pista, independientemente de que le den a la bola o no. Eso pasa a ser secundario. Además, les gusta que les expriman, que les den caña. Mi experiencia dice que a muy pocos chavales, de inicio, no les gusta el squash». Luego, que les apetezca enrolarse en competiciones es otro cantar. «En el primer o segundo partido que juegan en un torneo ya percibes si compiten bien y si se ponen nerviosos. Hay unos a los que les gusta competir y otros no».

Cuando se parte de cero la parte técnica queda en un segundo lugar, ya que las rutinas se van incrementando paulatinamente. «Por ejemplo, al principio explicar cosas supone un 20 % del tiempo y jugar es un 80 %; luego vas equilibrando», desgrana el entrenador, que admite que el nivel del squash en Galicia es alto, con Borja Golán como punta de lanza. «Es un deporte que a nivel gallego está bien posicionado, hay muchos jugadores que quedan campeones nacionales y tenemos al número uno nacional indiscutible, que es Golán. El nivel es bastante alto pero no se pueden comparar épocas anteriores. Evidentemente, el bum del squash fueron los 80 y 90 y ahí había muchos practicantes, muchísimas pistas en todos lados».

La falta de instalaciones

La falta de instalaciones es precisamente el gran problema que afecta al Squash Ría de Vigo. Cuando nació, entre las pistas privadas y las públicas el club se las apañaba y comenzó a crecer, pero de un tiempo a esta parte la falta de espacios en los que entrenar y jugar se ha convertido en su gran problema por número y por calidad. «Ya no hay pistas privadas, tuvimos que volver a las municipales y muchos de nuestros chavales se marcharon para Pontevedra porque allí hay mejores instalaciones, a pesar de que yo siga trabajando con ellos. Ahora estamos intentando mantenernos a flote, que la liga continúe, pero de ser una liga con casi 100 jugadores, estamos casi en la mitad, y todo, principalmente, por falta de instalaciones», lamenta al tiempo que espera un futuro mejor.