La casa donde se deja atrás «lo que digan papá y mamá» para tomar decisiones propias

m.?h. PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

21 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Casi con puntualidad británica, a las cinco de la tarde de anteayer, Juan Carlos, Manuel Ángel, Marcos, Álvaro, Pablo, Juan y Claudia, todos ellos con edades entre los 25 y los 50 años y discapacidad intelectual, abrían la puerta de una vivienda de Pontevedra y echaban el cierre a su vida habitual. ¿Por qué? Porque de viernes a domingo van a compartir piso. Lo hacen en compañía de dos monitoras de la asociación Juan XXIII. Lo que viven en ese tiempo tiene poco que ver con su día a día. ¿Por qué? «Bueno, es que en casa se hace lo que digan papá y mamá, y aquí decidimos nosotros. Tenemos que elegir muchas cosas y hacerlas... aquí toca cocinar y limpiar», cuentan ellos. La camaradería se nota desde el minuto cero. Todos se conocen. Y, nada más entrar por la puerta, las bromas se suceden. Pero se ponen serios enseguida cuando Silvia, la monitora, les dice que toca decidir el plan para el día siguiente. Les dan varias opciones, y les piden que también aporten ideas. Optan pasar el sábado en Redondela. Irán en tren, cenarán fuera e incluso se pasarán por el karaoke. Entre todos, calculan qué presupuesto les hará falta. «Hay que mirar siempre el dinero», dice Juan Carlos. Luego, sale a relucir el que siempre se convierte en tema estrella del fin de semana. «¿No vamos a La Luna?», se preguntan. «No, si vamos a Redondela, no podemos», responde la monitora. Se arruga algún ceño. La Luna, señala Álvaro, «es una maravilla, hay baile y chicas guapas». Todos responden con amplias sonrisas. De repente, se les pregunta: ¿os quedaríais a vivir en este piso que ahora solo podéis utilizar un fin de semana al mes -el resto del tiempo van otros grupos-? Primero dicen que no. Luego, se quedan pensando. Y, al final, hay quien afirma: «Podía estar bien».