El Teucro, ahora sí, vuelve a Asobal y a por todas

carmen garcía de burgos PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Sus lágrimas escondían más ilusión que cansancio. Si ascendieron sin medios, esta vez todo es posible

24 abr 2017 . Actualizado a las 17:44 h.

Carlos García saltaba, golpeando sin parar un bombo delante de sus compañeros, que posaban para la foto del ascenso. El suelo de la pista estaba mojado de agua y de champán. Ellos también, y las gotas que resbalaban por sus rostros intentaban disimular, en muchos casos, las lágrimas de alegría que no eran capaces de contener. El entrenador, Quique Domínguez, lloraba abrazado a su hija. Habían conseguido otra vez lo más difícil: llegar a lo más alto, a la élite del deporte español, aun teniendo que superar estrecheces económicas, deportivas y empezando casi desde cero. Y, otra vez, nadie podía negarles que lo habían hecho de una manera elegante, digna y humilde.

Con un presupuesto exiguo, un equipo en el que apenas se conocían la mitad de los jugadores y la dureza de acabar de descender de Asobal a División de Honor Plata, el Teucro fue capaz, poco a poco y con mucho esfuerzo y el paso de los meses, de convertir su bajada a la segunda categoría nacional de balonmano en un paseo entre ortigas que, aunque arañaban, no les herían de gravedad.

Lo decía Quique Domínguez, y lo reconocía su presidente, Carlos García-Alén, hace ahora un año: el regreso del Teucro a Asobal en el 2015 fue casi un castigo. No tenían claro si deberían haber ascendido o si habría sido mejor quedarse en División de Honor Plata -por el medio está el orgullo, el honor de saberse entre los mejores- , pero sí estaba claro que no era la vuelta soñada ni las circunstancias, las mejores. Las de ahora sí lo son. Por eso la alegría incontenida que inundó el pabellón municipal la noche del sábado, cuando nadie, ni siquiera los jugadores, técnicos, directivos y afición del club, lo esperaban. No sabían cuándo llegaría -porque puntuar ante el Barça B y que perdiera el Palma del Río ante el Bordils en mismo día era mucho pedir-. Solo sabían que estarían preparados para cuando llegase.

Saben que este ascenso no va a tener nada que ver con el anterior, que solo los mantuvo un año en Asobal antes de devolverlos rápidamente, y con conflicto con la asociación de clubes incluida, a Plata. Aquel les cogió en un momento en el que el club pontevedrés estaba intentando todavía asomar la cabeza por encima de la línea flotación para no hundirse en las deudas del club y desaparecer definitivamente. El sobrecoste que supone para cualquier entidad jugar en la máxima categoría del balonmano es español es alto, de unos 100.000 euros más que en la liga inmediatamente inferior, y la sociedad pontevedresa no estaba en disposición de asegurar su supervivencia.

Por entonces estaban asumiendo un plan de pago a sus acreedores -cuya deuda, en septiembre del 2012, cuando entraron en concurso, era de más de 1,8 millones de euros- que les obligaba a devolver 100.000 euros al año. Eso, para un club que cuenta con un presupuesto total de 350.000 euros, es poco menos que un imposible. Pero lo consiguieron, y en tres años abonaron 300.000 euros, que sumados a la quita de 700.000 euros que lograron en las negociaciones del concurso de abril del 2013 (dejando la deuda en 1,1 millones) y una rebaja de otro medio millón que acordaron concederle sus acreedores, han permitido que el Teucro vuelva a sonreír.

Transcurridos los tres primeros años, ahora al club azul solo le queda devolver unos 240.000 euros en los próximos seis años. Un paseo para una entidad que ha peleado con uñas y dientes para conseguir lo imposible.

Una etapa nueva

«Yo lo veo como una etapa nueva, en la que sé dónde voy. Por fin vamos a poder hacer un equipo competitivo para tratar de estar alguna temporada más en Asobal y, si volvemos a descender, no va a ser un trauma», reconocía ayer García-Alén entre llamada y llamada de felicitación.

Por eso ahora todo es distinto. Puede que no vaya a contar con los 450.000 euros con los que un equipo de balonmano de primera puede conformar una plantilla con garantías, pero hay algo que nadie les va a quitar: la costumbre que tienen de ascender a Asobal por la puerta grande, con una clasificación matemática a dos partidos del final de la temporada. Y, por cierto, siempre se juegan la subida de categoría contra el Barça B, y los catalanes siempre les hacen sufrir. En el 2015 les ganaron, obligándoles a depender del Octavio, que jugaba el día siguiente contra el Sinfin. y ascendieron un domingo por la mañana. Esta vez, el Teucro les empató, y consiguió que el segundo perdiese contra el decimotercero. Para la próxima, si es que la hay, que el Barça se prepare. Los dos, el A y el B. Solo por si acaso.