Objetivo: conseguir la boina gris

Alfredo López Penide
López Penide PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

LÓPEZ PENIDE

El último reemplazo ultima su preparación para ser soldados de la Brilat

26 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

«Antes teníamos que salir a la calle a buscarlos, ahora son ellos quienes nos buscan a nosotros». Quien afirma esto es un veterano militar, tiene tres misiones internacionales a sus espaldas, que ha visto como la proyección social de la Brilat ha ido cambiando con el paso de los años. Si en el pasado, no tan lejano, el reclutamiento de futuros militares era una labor ardua y complicada y, de hecho, muchas unidades de las Fuerzas Armadas se las veían para completar sus contingentes, en la actualidad la demanda de plazas supera con creces la oferta.

Como muestra, un botón. Si hace apenas unos días se convocaba la oferta de 120 plazas para la brigada, setenta de ellas en la base asturiana de Siero y medio centenar para el acuartelamiento pontevedrés, en la actualidad ya se han formalizado en la Subdelegación de Defensa de Pontevedra cerca de doscientas solicitudes. Las estimaciones es que, una vez concluya este proceso, se hayan tramitado unas seiscientas peticiones antes del 6 de abril.

Este el primer paso, y no precisamente el más complicado, para hacerse con la anhelada boina gris, el distintivo que diferencia a la Brilat de las restantes siete brigadas orgánicas polivalentes con las que cuenta el Ejército de Tierra. A partir de ese momento, los aspirantes a engrosar las Fuerzas Armadas tienen un largo camino por delante.

Los futuros reclutas deberán superar una serie de pruebas en tres escenarios distintos antes de ser miembros de pleno derecho, por decirlo de alguna forma, de la Brilat. El primer enclave, la propia Subdelegación de Defensa de Pontevedra. Aquí, en un primer momento, se realiza un concurso oposición en el que el 30 % de la nota la constituyen el nivel de estudios -el mínimo es haber superado la ESO-, disponer de carné de conducir, de un certificado oficial de inglés o si son deportistas de alto nivel. El 70 % restante saldrá de una prueba de actitudes, una suerte de test psicotécnico en el que se formulan 105 preguntas que deben ser contestadas en tres cuartos de hora.

Ojo con los tatuajes

Las mejores notas, teniendo en cuenta que se han convocado dos mil plazas en toda España, tendrán una nueva cita en torno al mes de junio para superar una serie de pruebas físicas, cuya exigencia podría depender de la plaza a la que se esté optando, y el reconocimiento médico. Test de drogas, de embarazo... son algunas de las pruebas que se les va a realizar a los futuros reclutas.

Desde hace unos años, hay un aspecto con el que muchos aspirantes no cuentan, pero que puede suponerles el tener que decir adiós a su carrera como militares profesionales: los tatuajes. El Ejército inadmite a cualquier solicitante cuyos diseños estén colocados en lugares visibles.

Pese a superar este primer escollo, los solicitantes aún no son considerados soldados. Y es que aún les resta por desplazarse unos cuatro meses a un centro de formación de tropa, ya sea en Cáceres, en el caso de la infantería, en San Fernando, en el supuesto de los zapadores, o en Segovia si lo que se busca es la rama de artillería. «Es lo que se conoce como formación general, donde se dan unas nociones que van desde cómo desfilar hasta cómo emplear un arma de fuego. Y es la última oportunidad que tienen para abandonar antes de recalar, en este caso, en la Brilat», explica un antiguo componente de la brigada.

En esta situación se encuentran veinte soldados del último reemplazo que aterrizó en la ciudad del Lérez hace aproximadamente quince días. Pero ni por esas aún se han hecho merecedores de la boina gris. Antes de poder lucirla tendrán que realizar un adiestramiento específico propio de la Brilat que compagina clases teóricas como formación práctica y la realización de maniobras. Por lo pronto, en Parga (Lugo), están comprobando que ni la meteorología detiene a la maquinaria de la brigada.