Juntos tras 40 años para recordar cuando eran unos dioses musicales

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Capotillo

Los integrantes de Los Microns, un grupo «demasiado moderno» de los 70, se reencontraron tras toda una vida

19 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

No saben cómo pudo ocurrir. Pero pasó. Los Microns, un grupo de música de Pontevedra que en sus años pletóricos -a finales de los sesenta- estaba formado por siete personas, dejaron de tocar juntos a mediados de los setenta. Y, desde entonces, y aunque no hubo malos rollos entre ellos y viven todos entre Arcade, Pontevedra, Marín u O Grove, no habían vuelto a juntarse más. «Fuimos dejando pasar el tiempo, dejando pasar... y pasaron más de 40 años», dicen con sonrisa pícara. Pero esta semana sí se reencontraron. Lo hicieron en Casa Lupe de Pontevedra y como se hacen las cosas en esta tierra; ante unos buenos platos de comida y unas tazas de vino. Allí estaban, sentados a la misma mesa al fin, Enrique Pazos, el que fue vocalista y «columna vertebral» de la banda, que aún conserva su característico tupé; Vicente Penas, Moncho Losada, Arturo Gulías, Evaristo Novás y José Manuel Pesqueira. Y, cómo no, estuvo también en el recuerdo Francisco Rodríguez Prieto, ya fallecido.

Los Microns diseccionan la historia del grupo cual cirujanos en la mesa de operaciones. No hay unanimidad sobre las fechas. «Fue en 1968 cuando empezamos», señala Pesqueira. «¿No fue en 1969?», pregunta otro. Al final, Enrique, el hombre que puso al nombre a la formación a raíz de escuchar el de otra banda irlandesa, da la clave: «La primera actuación fue en 1969 en el parque Rosalía de Castro de Vilagarcía». A partir de ahí, los recuerdos se suceden. Cuentan que eran «demasiado modernos para aquel tiempo». ¿Por qué? «No tocábamos como las orquestas, hacíamos música de Elvis, de Chicago y letras propias... Enrique cantaba lo que quería», enfatizan.

Viajaron por toda Europa

Con sus acordes viajaron por Europa tocando en centros gallegos. Estuvieron también en Argelia. Y se hicieron dioses en toda cuanta sala de fiestas gallega había. Un escenario fetiche para ellos era el de Nova Olimpia, en Vigo. Viajaron a Madrid para grabar un disco, un

single

que incluyó un par de temas. Se llamó

Liberación

y tenía canciones en inglés. ¿Dominaba el idioma anglosajón el vocalista? «Pues claro... pero confieso que me había echado una novia inglesa y que eso ayudó», reconoce Enrique. Insisten todos en que la mayoría de las anécdotas del grupo «no se pueden contar». Alguna sueltan. Como la de la noche en la que murió Nino Bravo. Tocaban en Vigo. Les pidieron que le hiciesen un tributo. «Francisco, el que murió, casi se convirtió en Nino Bravo, fue un éxito», dicen.

 

Pasan los minutos y ellos transitan entre la nostalgia y las risas. Evaristo, el de O Grove, se trajo el acordeón y toca una pieza popular gallega. El resto cantan, pero advierten: «Oye, que esto no tiene nada que ver con lo que nosotros hacíamos... lo nuestro era tipo Elvis, ya no hay música así». Quedan en volver a verse. Bromean. «Nos llamamos», dice uno. «Nos llamamos de todo», contesta Enrique, el vocalista. Y uno a uno se van marchando. Se queda él, Enrique, el cantante. En pocos segundos, su rostro se vuelve algo más emocionado, su mirada se dirige más hacia el suelo. Y dice: «Es que hoy es un día de recuerdos muy especiales para mí». Se supone que le invade la morriña de los años sobre el escenario. Pero hay más. Enrique cuenta que la cita con sus camaradas coincide con el día que su hijo cumple 34 años. Y, seguidamente, añade: «Bueno, que cumpliría 34 años, porque se murió». Se le entrecorta la voz. Pero sonríe. Lo hace porque su hijo así lo quería. «Me dijo que estaría cuidándonos, que disfrutásemos», afirma. Luego, cuenta que la vida está llena de casualidades. Que nunca pensó que él, que compuso para Los Microns el tema Recuerdos, acabaría viviendo del recuerdo; del recuerdo de Quiño, ese hijo que se marchó, pero le dejó la sabia lección de disfrutar del presente. De vivir la vida.