La madre que escribió la muerte de su hija

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

RAMON LEIRO

Vicky alumbró un guion teatral en el que a su descendiente en la vida real y en la ficción la mata el maltrato

21 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Vicky Estévez, una pontevedresa a la que el adjetivo de brava le va que ni pintado, tiene esa misma opinión que todas las madres del mundo seguramente comparten: «No hay nada peor que el hecho de que se te muera un hijo. Es lo peor de la vida», dice. Sin embargo, ella mató a la suya. Entendámonos: mató a su hija Belén, que tiene 17 años, cuando escribió el guion de la obra Puedes llorar los viernes, que ambas interpretan haciendo de lo que son en realidad, madre e hija, y en la que la más joven de las dos muere víctima del maltrato machista. Es una pieza teatral especial, distinta, que Vicky escribió para rendir homenaje a mujeres valientes como Ana Frank o Rosa Parks y, paralelamente, desnudar el maltrato ante los ojos del público. Dice que le dolió escribir la muerte de su hija, claro que sí. Pero necesitaba plasmar en el guion la crudeza de la realidad actual: «Las historias de malos tratos no suelen acabar bien. Yo no quería dar una falsa esperanza que en muchos casos no existe», cuenta la madre.

Vicky y Belén reciben en su casa. Es una vivienda un tanto especial, porque pertenece a Defensa. Conociendo el historial de ambas, su carácter rebelde y contestatario, no les pega demasiado el mundo militar. Así que uno va al clásico y pregunta qué hacen unas chicas como ellas en un sitio como ese. Se ríen ambas. Y cuentan. El marido de Vicky y padre de Belén es militar, aunque ya jubilado. Y el hijo varón de Vicky y hermano de Belén también está en el ejército. Lo explican ambas con la misma voz, con una complicidad tremenda y dejando claro que, ciertamente, con ellas no va mucho el tema militar. «Digamos que en esta casa, aunque hay buen ambiente familiar, los chicos van por un lado y las chicas por el otro». ¿De qué van las chicas? Bueno, no van: son. Vicky y Belén, además de actrices en la obra citada, son feministas de pensamiento y acción. La madre es presidenta de un colectivo y la hija es de las que creen que las mujeres tienen que luchar a diario «contra el patriarcado». Ambas, a las que les encanta viajar juntas a sitios donde puedan entrar en un museos y perderse en él siete horas seguidas entre obras de arte -vinieron encantadas de París y Roma- se fueron un día en autobús a Madrid para participar en una manifestación feminista. «Fue impresionante, muchísima gente que de repente te entendía, que pensaban cosas que tú piensas», dice Belén. Desde esa fecha, su lucha feminista se hizo mayor. No es su única batalla. Son animalistas, están contra los toros -Vicky es miembro de la plataforma Antitouradas- e intentan poner su granito de arena a favor de los derechos de los animales. Fruto de ello es que no comen carne y tienen en casa a Terra, un galgo al que el maltrato le dejó como herencia un miedo atroz a tratar con los humanos.

Las bragas colgadas

Vicky, que da clases de sexualidad, teatro y otras materias en una escuela de tiempo libre, lleva años vinculada tanto a la interpretación como a la lucha contra el maltrato. Ella fue la que un día, en una intervención artística callejera, colgó bragas cedidas por mujeres que sufrieron malos tratos con un papelito al lado que contaba parte de su historia. Señala que le gusta ese tipo de

performance

porque a veces es necesario hacer entrar por los ojos del ciudadano ciertas cosas. Le entristeció que le llegasen a arrancar las bragas colgadas en dos ocasiones. Hace tiempo, pensando en seguir poniendo el acento en la violencia machista, de su mente creativa salió

Puedes llorar los viernes, que ya pasó dos veces por el Principal.

La pensó para interpretarla con Belén. Y su hija, que tiene previsto empezar el año que viene Arte Dramático, se mostró encantada. Dicen ambas que la obra «es de las que hacen llorar mucho, sobre todo a las mujeres». Y cuentan que sus allegados, cuando la ven, aunque les gusta, les preguntan cómo no interpretan cosas más alegres. «Pero es que no se puede, porque la realidad es la que es, y yo creo que en el tema de maltrato no se está haciendo casi nada bien. Las feministas, que deberíamos estar unidas, no lo estamos. Y no se está atajando el problema en la base, que es la educación», insiste Vicky.

Belén deja hablar a la madre. Pero cuando toma la palabra tiene muy claro lo que quiere decir. Habla, por ejemplo, de que no le gusta hacer cosas que hacen los demás por el mero hecho de pertenecer a un grupo, de la importancia de elegir cada uno su propio camino. A ella, por ejemplo, le apasiona la música coreana e incluso el idioma. Cuenta Vicky que rebuscó y rebuscó para intentar regalarle un libro en coreano, pero que no logró encontrarlo. Aún así, y por raro que suene y viendo películas y buceando por Internet, Belén está logrando chapurrear el idioma. Ambas están ya planeando un próximo viaje juntas. Dicen que lo pasan bien porque las une algo que les encanta a las dos: reírse de casi todo. Si el objetivo es ese, da igual al lugar al que lleguen con las maletas. Conseguirán ser felices igualmente.