«Nunca usé la bata blanca, no me iba»

Cristina Barral Diéguez
cristina barral PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

RAMON LEIRO

La farmacéutica Rosalía Santiago recibe la insignia de oro del Colegio por una trayectoria de 50 años

08 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuesta un poco convencerla para que hable sobre su trayectoria como farmacéutica. El homenaje que acaba de recibir del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Pontevedra es la excusa para que Rosalía Santiago Touceda, de 82 años, cuente cómo fue cambiando su profesión en los últimos cincuenta años.

Atiende en su farmacia de la calle Jaime Janer, número 40 de Marín. En realidad, el titular de la botica desde hace siete años es su hijo Gonzalo, pero ella sigue echando una mano detrás del mostrador de vez en cuando. Deja claro que lo hace «si tengo ganas y me apetece».

«A los 75 años dejé la titularidad a mi hijo, ahora soy adjunta suya porque todavía no estoy jubilada. Llevo trabajando toda la vida y me gusta estar activa, tener la mente entretenida», comenta.

Rosalía lleva muy bien sus 82 años aunque estos días está algo acatarrada. Presume de buena memoria y dice que abrió su farmacia en el año 1968. «Fue un 14 de octubre, fue en esta calle, en Jaime Janer, pero en otro número, el 21», relata. Siempre le gustó la farmacia e hizo la carrera en Santiago de Compostela. En aquella época no eran tan frecuente que las mujeres fueran a la universidad. Recuerda que los comienzos no fueron fáciles, pero también apunta que la profesión tienen casi hoy más problemas que entonces.

«Al principio hubo que trabajar mucho, éramos novatas, una chica muy joven y yo, y no venía mucha gente. Pero siempre tiramos para adelante porque somos gente honrada. La profesión fue evolucionando poco a poco. Ahora, por ejemplo, perdemos mucho dinero por la bajada de los precios de los medicamentos y eso se nota porque tenemos un stock grande», asegura.

Uno de los aspectos que más le gustan a Rosalía es el contacto directo con la gente. «Tenemos mucha relación con todos los clientes, poder ayudar es bonito». A ella no esperen verla detrás del mostrador con la bata blanca. «Nunca usé la bata blanca en la farmacia. No me iba. Solo me la puse en el laboratorio, aquí no», matiza.

¿Le hizo ilusión recibir la insignia de oro del Colegio por sus 50 años de colegiación? «Pues la verdad es que sí, ya pensé que no me la iban a dar porque hace siete años que ya no soy titular. Lo que pasa es que la insignia es muy pequeña, casi no se ve en la solapa», sentencia. Al preguntarle por sus aficiones, se ríe. «Yo nací en el año del hambre, en el 34. Menos barrer y hacer las camas, me gusta todo».

Es buena entre fogones y casi todos los sábados prepara comida para su familia. «Nos juntamos todos y tengo cinco hijos, con nueras y nietos. Mis nietos siempre me dicen ‘‘Abuela, cuando tú mueras nadie nos va a hacer de comer’’». ¿Es un cumplido?, le pregunto. «De cumplido nada, hoy las cosas son de otra forma», se queja Rosalía.