Un punto que bien sabe a victoria

C. Pereiro PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Oscar Vázquez

El Coruxo dominó a ratos y remontó, pero cedió finalmente el empate ante el Pontevedra

27 nov 2016 . Actualizado a las 05:10 h.

Coruxo y Pontevedra demostraron conocerse ayer sobre el campo del primero. Dos clubes que se tienen tomada la medida y dos entrenadores que profesan respeto mutuo. Un derbi clásico a la espera de un ganador que no llegó, sacando un punto cada equipo, tras anotar dos goles cada uno.

Comenzó el partido con un Coruxo dominador. Los de Rafa Sáez jugaban con la ventaja de conocer su campo, y obligaron al Pontevedra a mantenerse en su área la mayor parte del tiempo. Ante ello, los de Luisito tiraron de paciencia, esperando la oportunidad de un contraataque que acabara con el balón en la red. La estrategia funcionaba a medias y Mario Barco demostró, por enésima vez, ser un peligro constante. A los seis minutos un fuera de juego de Añón anulaba la continuidad de una maniobra de su compañero.

Los vigueses respondían con balones altos y pases sacados de la manga, castigando la defensa de los granates que debían cuidar los rebotes en el suelo húmedo del césped. Edu, impecablemente posicionado casi toda la primera mitad, impidió que el Coruxo se adelantara en varias ocasiones, ya fuera alejando el balón con sus puños, o atajándolo para evitar males mayores.

El equipo de Rafa Sáez se mostraba superior al de Luisito, o al menos, creaba más oportunidades de gol. Un palo en el minuto 20, y no un jugador granate, fue lo que salvó que se adelantaran en el marcador. En ataque, el Pontevedra se veía desprovisto de Mario Barco, que casi siempre se encontraba cubierto, aunque cada balón que tocaba conllevaba la contención de la respiración en la grada. Fue uno de sus tiros el que provocó la lesión de Alberto Domínguez, portero del Coruxo, que lo cogió a pie cambiado y al girarse su tobillo se resintió. Aunque no fue sustituido, el guardameta se quejó de molestias todo el partido, e incluso llegó a desistir de sacar los balones largos, dejando ese papel a su central.

Inauguraron los granates el marcador con un pase de vértigo de Barco hacia Añón que anotaba el primer tanto. El gol resultó un golpe inesperado para un Coruxo que lo acusó, pero solo momentáneamente, ya que los verdes se repusieron del susto logrando el empate tras un bonito gol de Yosu, con asistencia de Pibe. El futbolista aprovechó un error de Edu -que esperaba un centro desde la izquierda de su portería-, para enviar el balón directamente al fondo de la red por el palo corto.

Una mitad diferente

Con la influencia del estado del campo, muy pesado por la lluvia que cayó durante todo el día, el encuentro perdió intensidad, ganó en imprecisiones y las ocasiones brillaron por su ausencia. Ambos equipos daban la impresión de conformarse con el empate.

A falta de media hora volvieron a cambiar las tornas. El Coruxo recuperaba el ímpetu de la primera mitad y tuvo recompensa en forma del tanto de Quique Cubas, que sorprende rematando a gol desde el suelo ante la pasividad de los centrales, que creían que el peligro había terminado. La alegría les duro poco, los cuatro minutos que tardó Mario Barco en empatar.

A falta de diez minutos, Capi veía la segunda amarilla y dejaba a los suyos con diez, lo mismo que Pibe pocos segundos después. Aunque otra vez los equipos parecían dar por bueno un empate, los últimos minutos fueron para un Pontevedra que ya no logró sorprender de nuevo.

El luminoso cerró con un dos a dos difícil para ambos, en un partido, que incluso con cambios, no llegó a arrancar del todo, avanzando a trompicones, y en base a ocasiones de gol llegadas de sorpresas y contraataques tras errores defensivos.