Érase una vez una pequeña villa con alma de artista

carmen garcía de burgos PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

capotillo

La oferta privada es tan variada y amplia que hay que hacer más de un año de cola para poder exponer en alguno de los locales

20 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Ni siquiera el ambiente cultural que hay en la ciudad del Lérez logró salvar a la galería Sargadelos de cerrar tras dos décadas sirviendo de escaparate para artistas propios e invitados. La falta de ingresos que generaba el espacio situado en la parte trasera de la tradicional tienda obligó a replantearse su existencia, y a ponerle fin a principios de año. No era un problema de falta de visitantes ni de expositores, aseguran desde el negocio familiar. La lista de espera para poder exponer obras en la pequeña galería rondaba los dos años, un plazo similar al que hay que superar para poder abrirse a la ciudad a través de la galería Versus, perteneciente a la Fundación Cuña-Casasbellas hace casi doce años ahora.

El objetivo de esta se centra más en aspectos humanísticos, y en sus instalaciones tienen cabida desde conciertos hasta danza, pasando por proyecciones de películas, siempre que tengan un marcado carácter antropológico. Ciclos temáticos de cine y poesía africanos, o películas y antropología gitana ocupan el próximo año y medio de la galería de exposiciones, creada sin ánimo de lucro y que asegura no tener queja ni de visitantes ni de aspirantes a pasar por sus cuatro paredes. Sí echa en falta, admite uno de sus responsables, más presencia de jóvenes alumnos de Bellas Artes, corazón del núcleo artístico de la ciudad.

Todo lo contrario le ocurre a la única galería de arte propiamente dicha de Pontevedra, abierta hace cuatro años por María Díaz en un intento de no perder su vínculo con el arte, el mundo del que procede y al que dedicó parte de sus recursos en plena crisis. «No caí de ningún guindo», dice cuando se le pregunta si es rentable un negocio así en un municipio como el del Lérez. Aún así, tiene la programación cerrada hasta el segundo trimestre del 2017, y se sorprende de la cantidad de jóvenes, principalmente universitarios del sector, que atraen cada vez más sus exposiciones, centradas en dos líneas. La primera de ellas, la del arte actual, partió de artistas locales y se va ampliando con el paso del tiempo a extranjeros, como en el caso de la actual, del chileno Weinstein. La segunda rinde tributo tres veces al año a la vanguardia gallega, sobre todo, al movimiento renovador del arte gallego.

Más difícil resulta definir la Fundación Arte Rosón Contemporáneo (RAC), que también realiza un programa de residencias para artistas que pretende por acercar a los creadores españoles e internacionales al ámbito cultural gallego; y por otro, difundir sus creaciones. Y más modestas son las ambiciones de la librería Paz y el Café Savoy, que hacen de altavoz de artistas locales. En el extremo opuesto, el Moderno se cuelga las exposiciones más clásicas de Afundación.