Fuga del timador de la doble identidad

Alfredo López Penide
López Penide PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Guardia Civil y Policía Nacional buscan a un conocido estafador que no regresó a la prisión de A Lama y que presume de ser amigo del hijo del expresidente de Ghana

02 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Iván Diniz Collazo. Pero también Iván Cabrera Carvalho. Es uno de los estafadores más buscados por la Guardia Civil y la Policía Nacional en toda España desde que el pasado febrero no retornó al centro penitenciario de A Lama donde estaba recluido como consecuencia de una condena previa por vender falsas licencias para pescar en Ghana.

Precisamente este timo fue lo que puso el foco mediático sobre este vigués que disfruta de una doble nacionalidad española y portuguesa. Corría el 2002 cuando Iván Diniz, junto con otros dos cómplices, constituyó una empresa de la que decía que era intermediaria para la obtención de permisos para faenar en la costa del país africano. La realidad era bien distinta, tal y como determinó el Supremo. La firma carecía de cartera de clientes alguna, pero tampoco disponía de relaciones sólidas que permitieran siquiera conseguirla. Pero Iván contaba con un as en la manga: su amistad con el hijo del por entonces presidente de Ghana.

Este último, Edward Agyekum Kufuor, realizó una visita oficial a España por aquella época. La prensa se hizo eco del hecho de que su país estaba dispuesto a «conceder licencias de pesca, preferentemente a empresas con capital español y ghanés al 50%, que disfrutarían de exención de impuestos durante cinco años».

Un empresario de Huelva creyó ver un posible negocio y se reunió con Diniz y Kufuor, quien, en principio, desconocía los tejemanejes del vigués. Picó el anzuelo lanzado por este y la estafa comenzó a rodar. Junto con sus compinches, Iván le hizo creer que todo iba sobre ruedas, que la licencia era cosa hecha, y, como contrapartida, la víctima les fue entregando distintas cantidades de dinero hasta sumar 195.214 euros.

El timo saltó por los aires cuando el pesquero Cidade de Faro fue aprehendido por las autoridades ghanesas por faenar en sus aguas jurisdiccionales sin licencia. Los tres estafadores fueron condenados. Iván terminó recalando en la prisión de A Lama. El pasado 1 de febrero tenía que regresar de un permiso penitenciario. No lo hizo y se le perdió la pista.

Ni siquiera la emisión de una orden internacional de detención ha permitido su localización y arresto. Las sospechas policiales apuntan a la posibilidad de que pueda estar ocultándose en el norte de Portugal donde, al parecer, tiene familia. A su favor juega el hecho de que dispone de dos identidades diferentes, pero legales ambas, una circunstancia derivada de su doble nacionalidad. Y es que si en España lo normal es que en el DNI al nombre lo acompañe el primer apellido del padre y el de la madre, en el país vecino cabe la posibilidad de consignar los segundos apellidos paterno y materno. Esto explica que a este lado de la frontera sea Iván Diniz Collazo y al otro, Iván Cabrera Carvalho.

En el momento en el que lo detengan, se enfrentará, al menos, a tres procedimientos penales diferentes. Uno por quebrantar el internamiento penitenciario y otros dos derivados de supuestas estafas que habría consumado en la provincia de Pontevedra.

Víctima pontevedresa

«Todo lo que le digo a mis clientes para que adopten precauciones ante posibles negocios me lo salté. No sé porqué lo hice, pero fue así? En casa del herrero?». El que habla es una de sus víctimas, que ha preferido mantener el anonimato. Este empresario pontevedrés sostiene que Iván Diniz le estafó más de doscientos mil euros, si bien su querella también se extiende a un segundo encausado, un vecino del municipio pontevedrés de Vilaboa, al que reclama, a mayores, más de 33.000 euros.

Asegura que confió en Iván debido a que hizo gala «de un excelso conocimiento del mercado financiero», pero también de «las personas que lo forman y los productos financieros». De este modo, le hizo creer que podría conseguirle la financiación necesaria para un ambicioso proyecto que el denunciante estaba diseñando para la ciudad de Vigo.

No solo le convenció, es que el empresario olívico persuadió a clientes suyos para que se pusieran en las manos del acusado. Así se recoge en la querella, en la que se alude a que el objetivo no era otro que «pudieran obtener altas rentabilidades».

El tiempo fue pasando y, presumiblemente, el dinero no paraba de fluir. Y sin embargo, las gestiones no parecían avanzar. Llegó un momento en el que saltaron todas las alarmas, un presentimiento que se confirmó cuando la víctima leyó un reportaje de La Voz de Galicia en el que se aludía a la condena por la estafa con las licencias de pesca.

Tirando del hilo, el empresario descubrió que su identidad y la de su compañía podrían estar siendo usadas fraudulentamente por el denunciado, ya que este supuestamente estaba haciéndose pasar por él para pescar a nuevas y potenciales víctimas. «Es listo y tiene muchos conocimientos», insisten quienes le conocen, algo que conjuga con su capacidad para, como una esponja, absorber toda clase de conocimientos de sus interlocutores. «Descubrí que todo lo que yo le había explicado, posteriormente lo empleaba con otras personas».

Comprobó que, si bien es cierto que este individuo es conocido en determinados círculos financieros, tales contactos no pasan de ser personas con las que alguna vez cruzó unas palabras. En la actualidad, el empresario trata de superar una situación que casi le hace perder la empresa y, tal vez más grave, su buena imagen. Mientras, Iván Diniz continúa fugado, tal vez, buscando nuevos «clientes» a los que engatusar.