El Pontevedra no se deja arrastrar

carmen garcía de burgos PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Los granates hicieron un buen juego pese al intento del Izarra de restarle intensidad

25 sep 2016 . Actualizado a las 21:54 h.

Puso mucho más alma la afición que toda la plantilla del Izarra en el partido que se seguía en Pasarón con una oreja puesta en las gradas y la otra en las elecciones. Únicamente el entrenador blanquiazul mostró algo de energía en un primer tiempo en el que el marcador arrastraba los minutos, y solo los seguidores granates disfrutaron algo del espectáculo que les brindaba su equipo (2-0). Sin prisa pero sin pausa, los de Luisito se hicieron con el campo y no permitieron a los visitantes cruzar más allá de su área.

Aún así, no consiguieron levantar la tarde plomiza que trasladó hacia el estadio pontevedrés toda la incertidumbre que parecía faltar fuera del feudo granate. Los alrededor de 2.500 asistentes que ocupaban las gradas intentaban ponerle emoción a un encuentro en el que solo los pontevedreses hacían modestos esfuerzos por intentar imprimir ritmo al juego. Se acercaron a la portería de Aitor en varias ocasiones, pero no convirtieron ninguna de ellas en una ocasión clara de gol durante casi toda la primera mitad entera.

Las constantes protestas de jugadores, afición y el propio Luisito no ayudaban a hacer vibrar un césped que brillaba más por su mal aspecto que por el show que ofrecía sobre él. El árbitro, intentando dar continuidad al encuentro, lanzó varios mensajes de advertencia a pontevedreses y navarros, entrenador incluido, para que le permitieran hacerlo.

Pasarón estaba a punto de darse por convencido y asumir que, por muchas veces que tirara a puerta, a Mario Barco le iba a costar mucho dar una alegría de verdad a los granates cuando el riojano lanzó una primera bengala. Desde el punto de penalti y con el estilo que reserva para las grandes ocasiones, el delantero cedido del Lugo dio un buen susto al Izarra. Aitor estuvo atento y paró el balón, pero no volvió a confiarse en lo que quedó de partido. El Pontevedra, cansado de bailar con el equipo visitante en su propia área, hizo un último intento antes de despedirse para ir al descanso. El remate de Capi se encontró con un rechazo de frente de la defensa navarra, que no pudo prever, sin embargo, el tiro certero de Portela, que logró hacer algo de justicia en el luminoso.

El Izarra, el único equipo que ha visitado Pasarón esta temporada que podía poner en alerta a los locales, no parecía ser consciente del papel que estaban jugando en el encuentro ni tener intención de cambiarlo. El paso por los vestuarios les hizo cambiar de opinión: no brillaron en su vuelta al terreno de juego, pero al menos se hicieron visibles. Excepto su delantero, Isaac, que ante la falta de presencia en el primer tiempo, fue sustituido en el descanso junto a Vilas.

Y entró Álex

Luisito se lo pensó un poco más antes de retirar a Mouriño del campo para dejar entrar a Abel Suárez. Menos de cuatro minutos después Añón llegaba a la portería blanquiazul y hacía suspirar a la afición. No entró pero volvió a certificar que, por mucho que los navarros hubieran intentado despertar de la siesta del primer tiempo, no eran el rival que los pontevedreses esperaban. Sí tuvo un efecto inmediato la entrada de Álex González, que daba un respiro a Jacobo y, de paso, un centro ilustrísimo a Mario Barco, quien volvió a dar a la afición lo que esperaba de él. Sí tuvo esta vez el delantero riojano la suerte que merecía, y se encargó de transformarla en el gol que concedió al Pontevedra la tranquilidad que se estuvo labrando durante todo el encuentro.

Podría haber sido peor para el Izarra, porque Álex González, no contento con su decisiva intervención en el tanto de Barco, decidió firmar el suyo propio, e hizo un remate en plancha que solo Aitor evitó. Se llevaba así por delante el guardameta blanquiazul, a apenas dos minutos del final del encuentro, que el Pontevedra reeditara su primer partido en casa. Aquel en el que metió 3-0 a un recién ascendido. Solo que el Mutilvera sí tenía excusa.