Los grupos acuerdan poner freno a los plenos con decenas de mociones

Serxio Barral Álvarez
Serxio Barral PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Capotillo

El nuevo curso político arranca con una autorregulación pactada por los portavoces

26 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El curso político en Pontevedra arranca con un insólito acuerdo entre los portavoces municipales: imponer una autorregulación en el funcionamiento de los plenos para evitar sesiones maratonianas, con debates eternos y con decenas y decenas de mociones por tratar, muchas veces sin contenido de calado. La señal de alarma saltó al constatar que el orden del día para el pleno que se celebrará el próximo lunes incluía nada menos que 52 mociones. A las que se presentaron en el último mes se añadían las que quedaron sin tratar en la sesión de julio, cuando los cinco grupos -BNG, PP, PSOE, Marea y Ciudadanos- acordaron dar por finalizado el pleno cuando habían transcurrido más de cuatro horas de sesión, con media docena de mociones pendientes.

La junta de portavoces celebrada ayer recibió un rapapolvo en forma de informe elaborado por el secretario del pleno en el que se hace un llamamiento a la mesura. Y es que el cálculo es bien fácil de hacer: teniendo en cuenta que hay cinco grupos políticos, que cada moción merece una exposición inicial del grupo que la propone seguida de réplicas y contrarréplicas, la media de debate por cada asunto supera la media hora. Tratar 52 puntos es imposible en las ocho horas de tope máximo que puede durar un pleno municipal.

El acuerdo alcanzado por los portavoces es drástico: limitar a un máximo de dos mociones por grupo el pleno del próximo lunes, restringir las mociones urgentes y sentarse después de las elecciones autonómicas de septiembre a pactar una reforma del Regulamento Orgánico del Pleno. Sobre la mesa está poner por escrito tanto ese tope máximo de mociones por grupo como establecer de manera efectiva una limitación en el tiempo de intervención de los concejales. En realidad, el Regulamento ya lo establece: quince minutos de máximo en la exposición y en cada turno de réplica y seis para cada grupo en los segundos turnos. Pero en práctica nunca se aplica.

El informe del secretario propone varias fórmulas para agilizar las sesiones y evitar asuntos que no hacen sino engordar el orden del día. Una posibilidad es aprovechar un artículo de la Ley de Grandes Ciudades que permite que haya asuntos cuyo recorrido finalice en la pertinente comisión, sin necesidad de llegar a pleno. Tendría el mismo efecto que un acuerdo plenario y podría aplicarse, por ejemplo, a asuntos que son dictaminados por unanimidad y que a pesar de ello generan largos debates en las sesiones del pleno. En principio, esta opción parece agradar a la mayor parte de los grupos.

Otra propuesta es que se cree un apartado específico una vez rematado el orden del día ordinario para tratar mociones que hayan sido dictaminadas en comisión y que estas se vayan debatiendo hasta completar las ocho horas de duración máxima del pleno. Los grupos no lo consideran viable.

También se propone regular la pertinencia de las mociones urgentes, que actualmente funciona como una especie de cajón de sastre en el que entra de todo. Se pretende que se ciñan a asuntos que realmente merezcan la consideración de «urgentes».